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Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía-Sevilla. Informe sobre las violaciones de los Derechos Humanos en Marruecos.


Arte Sacro. Somos dos religiosas de dos congregaciones diferentes -Ursulina y Vedruna- que vivimos nuestra misión de anunciar y hacer presente el Reino desde una ONG, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. Desde ella y junto con otras personas de diferentes ideologías, religiones y nacionalidades luchamos juntos por la defensa de los derechos humanos de todas las personas.

Desde el área de inmigración a la cual pertenecemos y coordinamos, hemos podido ver y oír de cerca el clamor, el grito de nuestros hermanos y hermanas subsaharianos en Marruecos, y hemos palpado de cerca la impotencia y la solidaridad de muchos grupos que apuestan y luchan entregando sus vidas por un mundo más justo y solidario.

Aunque nuestra presencia en esta realidad ha sido desde la APDH-a , nos sentimos parte de la Iglesia y queremos haceros llegar nuestra reflexión para que podamos caminar unidos y unidad en esta labor de hacer presente el reino prometido a los más pobres. La primera parte de este pequeño documento que solamente hace constar objetivamente la realidad es una parte integra de nuestro trabajo en la Asociación Pro Derechos Humanos. Esperamos y deseamos que todo esto sea para el bien de nuestros hermanos y hermanas y para la Gloria de Dios.

Os presentamos a continuación el documento que desde al asociación hemos realizado. Y la reflexión que nos hacemos y os proponemos. Un abrazo, Mariangel e Inma.

Informe Marruecos-Octubre 2005

La APDHA hace público los resultados de sus actuaciones en Marruecos cuyas conclusiones demuestran que los inmigrantes son víctimas de graves violaciones de derechos humanos en el país y en las fronteras de Ceuta y Melilla. Violaciones que lamentablemente creemos que han sido realizadas directamente o cuentan con la complicidad moral, material y económica del Gobierno español y de la Unión Europea.

Recapitulación de los acontecimientos:

Noviembre 2003: Visita del Presidente del Gobierno Español, José Mª Aznar, y gran operación de “limpieza” en el territorio marroquí.

Abril 2004: Limpieza del Campo de fortuna de Gurugú. Inmigrantes deportados a “tierra de nadie” en al frontera argelina.

Febrero 2005: Visita del Rey Juan Carlos a Marruecos y charla sobre la cooperación de los dos reinos ante la inmigración clandestina. Cerco y graves situación humanitaria en Benyunesh. Continúan las deportaciones a la frontera argelina

27 de septiembre 2005: Grandes redadas y detenciones de inmigrantes irregulares en los barrios populares de Rabat y Casablanca. De nuevo fueron deportados a la frontera argelina

28 de septiembre 2005: Cumbre Marruecos-España, donde Marruecos indica que acabará pronto con el problema de los subsaharianos en su territorio.

El mismo día a las 3 de la mañana se producen los asaltos masivos de la valla (con resultado de por lo menos 6 muertos) por parte de los inmigrantes de Ben Younes.

A raíz de esto comenzaron las deportaciones hacia el sur

Eso significa que la represión marroquí y las deportaciones masivas no empezaron justo después de los asaltos como fue dicho por las autoridades y los medios.

Por otra parte, la ley 02/03 marroquí prevé un procedimiento de retención administrativa que no fue respetado durante estas deportaciones masivas hacia el sur o él norte.

De hecho el plazo para retener a una persona es de 24 horas, después tiene que estar presenta al Juez para que el decida de su internamiento durante 15 días con posibilidad de prolongación de 10 días.

Comprobamos que ninguno de los inmigrantes actualmente encerrados en Geulmime o Taouima fue presentado al Juez o sometido a la lectura de sus derechos.

Podemos decir que Marruecos está actuando de manera ilegal, con toda impunidad porque tiene mandato de la U.E. como gendarme de sus fronteras (está pagado por limpiar su territorio e impedir que alcancen Europa = Chantaje al desarrollo), y segundo, porque no se puede “interferir” en los asuntos “internos” de un país soberano:

Por fin porque no existe el derecho penal internacional.

De hecho la autoridad Internacional de la ONU a través del ACNUR no está siendo reconocida en territorio marroquí.

Nos mostramos de acuerdo junto con Amnisty Internacional que la misión técnica recientemente enviada en Marruecos por la U.E. ha reconocido la ausencia de una protección adecuada para los refugiados. Esta misma ausencia de protección ha permitido a las autoridades marroquíes deportar a solicitantes de asilo y personas ya identificadas como refugiados estatutarios por el ACNUR.

Pero además de las deportaciones masivas y de la retención administrativa ilegal en campos salvajes que no respetan los derechos constitucionales, se trasladaron a inmigrantes, solicitantes de asilo e incluso estudiantes, mujeres embarazadas, niños (categorías protegidas por normas nacionales e internacionales) hacia zonas desérticas cerca de la frontera con Argelia y Mauritania, sin comida ni agua, abandonados a la muerte.

LA REALIDAD ACTUAL DE LOS SUBSAHARIANOS EN MARRUECOS

Campos de “fortuna”

Ben Younes: Está situado entre Tetuán y Tánger. Se encuentran unas 30 personas, casi sin comida, ni agua. Rodeado día y noche por controles policiales que impiden que entren o salga alguna persona. Redadas constantes con saqueos y amenazas. Muchos hombres se rindieron por cuestión de hambre. La policía marroquí no nos ha permitido siquiera sacar mujeres gravemente enfermas

Mesnana: Está situado a la salida de Tánger. Se encuentran unas 300 personas, con una situación similar a la anterior.

Mariwari: Se encuentra al Noroeste de la ciudad de Melilla. Es el bosque donde se esconden los inmigrantes entre Nador y Oujda y particularmente mujeres y niños. Últimamente fue decretado zona militar por las autoridades marroquíes con todas las consecuencias que esto implica (no se puede acercar nadie a menos de 2 km . de la zona sin una autorización de la alta comandancia de Marruecos. Como zona militar los soldados disparan a vista a los intrusos)

Campus Universitario de Oujda: Había unos 300 subsaharianos con todas las nacionalidades confundidas pero la mayoría nigeriana. El 20 de octubre a las 6h de la mañana los militares hicieron una redada y llevaron a 72 personas al campo militar de Taouima a 5Km de Nador.

Campamentos militares

A ninguno de estos campamentos se puede acceder: ni las ONGs, ni el ACNUR, solamente algunos periodistas escoltados por las autoridades pudieron acceder.

Goulmime - Bouzakarne: Quedan aproximadamente unas 150 personas, cuando en un principio estaban 1500 personas. En un principio estaban de todas las nacionalidades. En un segundo momento son deportados los inmigrantes de Senegal, Malí, Camerún, Guinea, Gambia y Nigeria. Quedando las nacionalidades de los países en guerra (Liberia, Sierra Leona, Costa de Marfil, Congo). Los embajadores de estos últimos países están negociando acuerdos de readmisión de sus nacionales con el estado marroquí. Últimamente fueron llevados a esta base militar 24 de los 73 inmigrantes que fueron expulsados de Melilla. Los demás (Malí, Senegal) fueron ya deportados. Las últimas noticias de hoy: el embajador de Congo está a punto de llegar para recoger a sus nacionales, por la fuerza si hace falta. El único refugiado estatutario reconocido por el ACNUR (de costa de Marfil) dejó la base, hoy para ser llevado a Rabat o Casablanca para recibir protección internacional.

Taouima: Las últimas cifras son de 520. No tenemos mucho contacto con los inmigrantes que están dentro, dado que los militares no les dejan recargar los móviles o incluso se les requisan. En este momento ninguna ONG sabe nada de lo que sucede en el cuartel de Taouima

Los abandonados en el desierto

Laayoune, Bouarfa, Bir lehlu, Rachidia: Fueron llevados en autobús o en camiones militares a estas zonas desérticas (a veces minadas) para ser propiamente abandonado sin comida ni agua y algunos heridos. El futuro de estas personas ha sido: perdidos en el desierto, muertos, algunos pudieron cruzar hasta Mauritania, otros fueron recogidos por el Polisario.

Personas escondidas por las ciudades

Rabat, Fes, Tánger, Nador, Larache, Oujda: Desconocemos el número de personas que se encuentran en esta situación, si que nos hemos encontrado con bastantes de ellos y nos describen su situación como: trato racista, represión ciega, negación de sus derechos, miedo a salir a la calle y ser vistos, con falta de necesidades básicas (ropa, alimento, casa, zapatos…). Muchos de ellos tienen/han tenido el recibo del ACNUR como solicitante de asilo en Marruecos.

Infelizmente el reino marroquí no reconoce ninguna autoridad al ACNUR en su territorio reduciendo a cero su sus posibilidades de acción, rompiendo los recibos. Parece que Marruecos se da la posibilidad de rechazar a todos los inmigrantes porque les considera todos como clandestinos y no hace distinción entre refugiados e inmigrantes. De hecho esta misión releva del mandato del ACNUR y no de Marruecos en sí, pero hasta ahora el ACNUR no ha tenido acceso a dichas bases.

Los deportados

Nos resulta muy difícil dar cifras por toda la situación de secretismo ante los procedimientos de encierro y de devoluciones que se están produciendo, pero si que podemos decir que más de 2.500, siendo el grupo mas numerosos el de Malí con mas de 1.200 personas.

Además de que las deportaciones masivas están totalmente prohibidas por las convenciones Internacionales, se han firmado acuerdos de readmisión con casi todos los países subsaharianos; sumado a esto la Unión Europea responde a esta situación dramática reforzando el control de las migraciones, ampliando cooperación con países donde se producen violaciones masivas de derechos humanos (como la Republica Democrática del Congo o Costa de Marfil) y encima aumentando el presupuesto de Marruecos para controlar sus fronteras (cuyo destino de muerte y deportación ha quedado claro).

Hemos podido comprobar que todo el territorio marroquí es una zona de impunidad, un estado policial a donde se controla a la gente en función del color de su piel y que se esta instalando un racismo institucional, criminalizando la pobreza y desacreditando a las instituciones internacionales.

LA APDH-A EXIGIMOS LO SIGUIENTE:

A través de todos nuestros comunicados, tanto nacionales como internacionales, la Apdha hemos venido exigiendo el respeto de los derechos humanos y los criterios de solidaridad en las políticas migratorias. En este sentido, junto a otras muchas organizaciones, exigimos

Al Gobierno español, y por extensión a la Comisión Europea:

El cese inmediato de las deportaciones y expulsiones de estas personas a Marruecos, y de los acuerdos adoptados con Marruecos, mientras no se acredite que van a ser respetados los derechos humanos de estas personas.

El respeto a la legalidad vigente, estatal e internacional, en el tratamiento de estas personas que tratan de cruzar la valla, considerándoles desplazados, acogiéndoles en las debidas condiciones y respetándose su derecho a solicitar asilo, si proceden de zonas en conflicto.

Una investigación transparente y rápida de los hechos ocurridos en la frontera, y, en su caso, la depuración de las responsabilidades que procedan, cosa que aún no ha sucedido

La retirada del Ejército de la frontera en labores que son de carácter civil y no militar.

Al Gobierno Marroquí:

El cese inmediato de las violaciones de derechos humanos que está cometiendo contra estas personas inmigrantes y refugiados.

Respeto a todos los convenios internacionales, especialmente a la Convención de Ginebra y al principio de no devolución de las personas que demandan asilo en su territorio.

Al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, en Ginebra:

Una intervención inmediata para proteger a los solicitantes de asilo en Marruecos, y a quienes pretenden solicitarlo en territorio español.

A la sociedad en general:

Un apoyo incondicional a estas personas que por motivos de pobreza, conflictos bélicos o persecución, tienen que desplazarse por el mundo. Denunciando aquellas políticas opuestas al derecho internacional.

NUESTRA REFLEXIÓN

Descubrir en los rostros sufrientes de los inmigrantes el rostro del Señor es algo que nos ha desafiado como cristina a una profunda conversión personal.

No podemos seguir cerrando los ojos a tanta injusticia y tanta esclavitud. Los derechos humanos de las personas no se están amparando ni protegiendo por ningún gobierno.

Lo que está sucediendo en las fronteras de España y Marruecos en estas últimas semanas (que es lo que viene sucediendo desde hace tiempo pero con menor o ninguna repercusión de los medios de comunicación) con los inmigrantes subsaharianos que pretenden cruzar la frontera en Ceuta y Melilla, es una tragedia y una gran injusticia que nos concierne a todos y todas, empezando obviamente por los Gobiernos como principales responsables, pero también a toda la sociedad. Una cosa es que no se pueda abrir la frontera indiscriminadamente y otra muy distinta lo que está sucediendo, que constituye un ejemplo de inhumanidad que el Evangelio condena reiteradamente con dureza.

Las personas inmigrantes por causa de guerra, extrema necesidad, hambre y conflictos políticos llevan décadas enfrentándose al riesgo de cruzar fronteras. Fronteras de alambradas, vallas, estrechos, canales, minas… poniendo en peligro sus vidas y los pocos que lo consiguen, sufriendo fuertemente la exclusión social en los países  llamados de “acogida”.

No se puede matar a personas, por el simple hecho de ser inmigrantes y querer saltar la valla que divide y separa a unos de otros. Es muy grave el ver la cantidad de personas que mueren en el intento de cruzar las fronteras que divide este mundo. Dureza que choca con el deseo de impermeabilizar las fronteras y la dureza del tránsito, así hemos visto morir a personas ahogadas en el estrecho, desde hace tiempo. Pero si esto ya en sí es grave, todavía lo es más la manera como están tratando a tantas personas, esposadas y metidas a la fuerza en autocares, sin agua ni comida, conducidas al desierto incierto y abandonados en él sin alimentos, perseguidos y rodeados en los bosques, saqueos de campamentos de fortuna quitando las pocas y escasas cosas que tienen para sobrevivir. Son actos genocidas y, como tales, deben ser condenados por la comunidad internacional.

Siempre nos estremecemos ante la llegada de una nueva patera a nuestras costas o ante la muerte de inmigrantes en las aguas del estrecho, nos manifestamos ante todas estas muertes, pero no solamente tenemos que sentir las muertes, sino también denunciar con fuerza la política de cierre de fronteras entre nosotros los países enriquecidos y los empobrecidos de la tierra.

Este flujo de personas no va a parar, al contrario, cada vez serán más los que quieran luchar contra la pobreza y buscar una vida mejor, aunque se les quiera frenar con el mayor genocidio. Debemos exigir cambios estructurales en políticas y formas de vida de nuestro sistema de globalización económica.

El Gobierno español tiene el deber moral y político de actuar. Tiene que solicitar con urgencia una intervención de Naciones Unidas y de su agencia para los refugiados, con el objetivo de que estos miles de personas que vagan entre Ceuta, Melilla y el desierto y las bases militares de Marruecos sean acogidos y tratados como personas. Pero esto no resuelve el problema, simplemente palia la desesperación de los africanos condenados por buscar un futuro mejor.

Esta realidad nos interpela también a la Iglesia, que debería manifestar con una voz clara y potente su denuncia a esta situación que se está produciendo. Lo ha hecho siempre, y ahora es momento de unida repetirlo una vez más y con mayor fuerza.

Ante todo esto proponemos:

Que ha pasado el tiempo de reflexión y nos toca actuar. Actuar rápidamente ante esta realidad. Esto no quiere decir que no hagamos análisis de la realidad, pero es necesario posicionamientos claros y concretos ante estos acontecimientos por parte de la Vida Religiosa. Es necesario que apoyemos como Iglesia comunicados, movilizaciones y actuaciones que se vienen realizando por parte de ONGs u otros grupos a favor de los subsaharianos y en contra de toda la política de cierre de frontera.

Estamos en un mundo globalizado donde se globaliza la economía y la injusticia, es necesario luchar por la globalización de la solidaridad y la justicia. Pero no aisladamente, es una realidad globalidad y como tal tenemos que luchar unidos como Iglesia, como congregación. Pero no solamente esto, sino junto con otros movimientos y grupos que luchan y defienden la dignidad de toda persona, superando en nosotros los miedos a todo lo “político” y el miedo a perder la identidad.

Es necesario un paso claro de denuncia ante las causas que están produciendo un mundo cada vez más injusto y dividido, donde nuestros hermanos-as más pobres son los que padecen todo tipo de injusticia. Como Iglesia tenemos que arriesgarnos a denunciar todo tipo de injusticia, gritar con voz clara y potente que la gloria de Dios es que el ser humano viva y que viva con dignidad de persona y de hijo-a de Dios.

Todos nuestros fundadores y fundadoras escucharon a Dios y la realidad concreta de su momento histórico, intentando abrazar las necesidades de cada momento. Hoy para nosotras y nosotros es un reto el abrazar esta realidad de la inmigración. Abrazarla en todo su conjunto  para intentar dar respuesta desde nuestro compromiso de seguidores y seguidoras de Jesús Mesías y Siervo. No cerremos los ojos a esta realidad.

No cerremos los ojos a los rostros sufrientes de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, expoliados en sus derechos y víctimas de sistemas que cierran los oídos a sus clamores y menosprecian sus reivindicaciones y derechos.

Cerremos los ojos, los oídos y el corazón a las profecías de muerte y derrota; a los gritos de victoria de la desesperación, de la desilusión, de la violencia, de la corrupción, del fracaso, del desaliento, a los que anuncian caminos sin salida, cambios imposibles,… Caminemos teniendo ante nosotras y nosotros la presencia del Resucitado, que es confirmación de la promesa que acompaña toda vida, promesa del “estoy con vosotros”, en el “id por todo el mundo”… Sabemos que sobre nosotras y nosotros reposa el mismo Espíritu y realiza la misma unción, el mismo envío para que seamos anunciadoras y anunciadores de un tiempo de gracia y de Buena Nueva.









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