Palmeras de plástico en Sevilla. Diario de Sevilla
La Junta ha aprobado la tramitación de la nueva Ley de Patrimonio Histórico, que sustituirá a la norma vigente desde el año 1991 y que introduce entre sus principales novedades medidas de defensa frente a la contaminación visual de los monumentos. Junto a las figuras tradicionales de clasificación se instituirá la nueva categoría de zona patrimonial, con la que se protegerán aquellos lugares que aúnen valores paisajísticos o ambientales y bienes de distinta naturaleza y cronología. Asimismo, se introducirán disposiciones para evitar el impacto visual de elementos como antenas, rótulos publicitarios, equipos de mobiliario urbano e instalaciones de energía y telecomunicaciones. Lo único que lamentamos de esta nueva ley es que no se haya aprobado mucho antes, porque en tal caso probablemente no hubiéramos asistido al proceso de degradación paisajística y de contaminación visual que ha sufrido este año el casco histórico y sus aledaños con la llegada de las fiestas navideñas. Así, se han instalado ¡palmeras de plástico luminosas! sobre un lecho de arena en la Plaza del Pan, en el entorno más próximo a un monumento nacional de la categoría de la iglesia del Salvador. ¿Quién ha autorizado en Sevilla semejante pastiche que no se ve ya ni siquiera en una verbena de pueblo? Por otra parte, se ha metido con calzador en la plaza Virgen de los Reyes, entre la Catedral y el Palacio Arzobispal y ocultando la vista de monumentos que son patrimonio de la Humanidad, la feria de belenes que ya era tradicional en la plaza de San Francisco y que no causaba tanto impacto visual gracias a la mayor extensión de esta última, ocupada ahora por una pista de patinaje sobre hielo. En la Plaza Nueva, que sólo recobra vida a base de certámenes expositivos y comerciales, se montó la Feria del Libro de Ocasión de espaldas al Ayuntamiento, que es tanto como decir de espaldas a la ciudad. Y mientras se desestimaba el proyecto de Agesa de revitalizar turísticamente en Torneo la estación del telecabina de la Expo reinventando el Zoco del 92 para los artesanos sevillanos, más una terminal de autobuses turísticos y un restaurante frente al pabellón de la Navegación, se autoriza ahora sin embargo el montaje de cacharritos de feria. Así degenera una ciudad. De la Sevilla eterna y de postal hemos pasado a la Sevilla kitsch de las palmeras de plástico.