Concepción en la Trinidad. Francisco Santiago
Tu mirada seguía perdida en las alturas, viendo su cuerpo prendido de la Cruz; viendo a tu Hijo muerto. Sus Cinco Llagas se han convertido en el símbolo de tu llanto, de ese otro dolor menos aclamado en los versos de los poetas cofrades, en las marchas pasionistas… en el pregón de la Esperanza.
Pero te da igual, nada ni nadie podrá jamás conocer tu interior, porque sólo tú eres sabedora de todo lo acaecido desde hace treinta y tres años, cuando el pesebre hizo de cama al que fue fruto de tu Concepción.
Horas, días, semanas, meses, años, siglos… Puede pasar una eternidad, podéis rezarme o rezarle, podéis seguirme o ignorarme, podéis creer o no creer, pero lo que sí es cierto, es que jamás podréis poneros en mi lugar, sentir junto a Él cada azote, cada caída, cada moratón repartido por todo su Cuerpo.
Tu mirada sigue alzada en el Cielo de Sevilla, esta Ciudad que acompaña tu perenne aflicción y con ese pueblo que reza cantando saetas que suenan a silencio cada Sábado Santo…
Foto: Francisco Santiago