Opinión. Dichos. El Diputado de Cruces
En estos días se están oyendo y leyendo muchas cosas. Aquí van unas cuantas. Por cierto, no me he inventado ninguna. Sé perfectamente quién (y cuándo) ha dicho (o escrito) cada una de ellas. Lo que pasa es que, como suele decirse, se cuenta el pecado, no el pecador….
Se ha dicho que no es conveniente que la hermandad del Claret salga el Viernes Santo pues tendría que hacerlo a una hora en la que todavía habría tres hermandades de la Madrugá en la calle. Sin embargo, no se ha dicho que cuando sale la Macarena, tres hermandades del Jueves Santo están aún haciendo su estación de penitencia y una (si no hay retrasos) cuando salen Silencio y Gran Poder. Entonces, ¿no es conveniente que estas tres cofradías salgan en la Madrugá? ¿Sería más conveniente retrasar la Madrugá hasta que entren todas las hermandades del Jueves Santo?
Se ha dicho que si el Santísimo Cristo de las Tres Caídas de Triana hubiera salido sin el acompañamiento del caballo, la cuadrilla de costaleros habría tenido que reducir ciertos movimientos del paso. O sea, ¿los movimientos se hacen en honor del caballo y no del Cristo? ¿O es que el caballo convierte movimientos antiestéticos en movimientos estéticos?
Se ha dicho que, como en Sevilla la Cuaresma es también gozo, mejor dejar los problemas, como el de la Resurrección, para otros días, que el año tiene muchos. Lo que no se ha dicho, es que el resto del año, entre unos que no se entienden y otros que pasan del tema porque no les interesa mover nada, tampoco se habla del asunto y así, otra Semana Santa más, los hermanos de Santa Marina tendrán que sufrir lo que no deseamos para nosotros mismos. Y así, para siempre, ¿o no?
Se ha dicho que, como mucho, en la Semana Santa cabe una cofradía más en Sábado Santo. Lo que se calla es que en los días “señalaítos”, hay hermandades que disfrutan del mismo tiempo de paso que otras que procesionan en otros días con el doble de nazarenos. Será cosa del “tempo”, ¿verdad?
Se ha dicho que sería conveniente que el Consejo General no entrara a juzgar las necesidades pastorales de la archidiócesis, que para eso está su pastor, que las conoce mejor que nadie. O sea, cada uno a sus tareas. El problema está cuando no queremos enterarnos de cuales son nuestras tareas. O cuando algunas de esas tareas nos conducen a la posición incómoda de tener que decirles a los que nos votan que por ahí no es el camino. ¿Para cuándo unos nuevos estatutos con las suficientes protecciones para la independencia y la eficacia?
Se ha dicho que no tiene mucho sentido obligar a los costaleros a llevar alpargatas cuando existen calzados mejor diseñados para realizar grandes esfuerzos con mayores garantías. Ante tal muestra (rara) de sensatez cofrade, sólo cabe descubrirse y aplaudir en señal de respeto y admiración. En este y en otros temas, ¿cuándo vamos a olvidarnos de lo anecdótico (por ejemplo, las alpargatas) para centrarnos en lo esencial (por ejemplo, la protección de los costaleros)?
¿Continuará?
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