Arte Sacro
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  • martes, 30 de abril de 2024
  • faltan 348 días para el Domingo de Ramos

La añoranza es lo último que se pierde


 Eduardo Fdez. López. Aunque realmente sea la esperanza lo último que se pierde, los cofrades sevillanos rebosamos estos días de añoranza, esa nostalgia que sentimos al darnos cuenta de que todo se ha ido.

Y es que aunque se advirtió y todos sabemos que todo lo que llega se va, una Semana Santa tan alta como la que hemos vivido parece que termina antes.

Viendo como se recogen las sillas y palcos en la Campana, como pasan los vehículos por el centro y chirrían las ruedas con la cera de los cientos y cientos de nazarenos que por allí pasaron, cuando en unos templos se desmontan los pasos y en otros aun huelen las flores mustias.

Es tiempo para reflexionar, bueno lo primero de todo descansar, cerrar los ojos y recordar los buenos momentos vividos, cuantos pasos hemos visto, torrijas digeridas, marchas escuchadas, en definitiva  que es lo que mas nos ha gustado y que menos.

 Es bonito estos días recogiendo los periódicos acumulados en tu casa durante una semana, o más bien para los que empiezan el Viernes de Dolores una novena, volver a leer las crónicas, de cómo entró tal paso en Campana, los aplausos al Polígono o el Cachorro, cuanto retraso tuvo tal día o que cofradías no pudieron salir, algo que desgraciadamente también viene convirtiéndose en rutina en los últimos años.

Es tiempo para recopilar de todos los bolsillos de chaqueta o bolsos todas esas estampitas y medallitas que nos regalaron los nazarenos y guardarlas en la caja de zapatos, para algunos más de una, que cada año sacamos del ropero y como azahar en naranjo abrimos cada primavera.

Tiempo para que algunos cofrades, y no digo capillitas, incluso intenten calcular cuantas veces se han santiguado ante los pasos o cuantos nazarenos han visto, en mi caso miles, desde el primero que miraba la hora en la puerta de la parroquia de Padre Pío al último que como pez en el agua o mejor dicho como sevillano en bulla, dejaba ver su capirote blanco tras el palio de la Virgen de la Aurora.

 En definitiva, que aunque sea la esperanza lo último que se pierde, estos días no queremos que se nos pase la añoranza que sentimos, la nostalgia por algo que se nos ha ido, pasó la Semana Santa que aun más ha sido reflejo de azulejos desgastados en fachadas de patios de vecinos o cuadros antiguos en pescaderías de mercados, la semana de los grandes estrenos, pasos, imágenes y hermandades, de la revolución de los claveles, y no la de Portugal, o los días del gozo como el maestro Burgos la definió.

De momento lo único que debemos hacer es guardar para siempre esos buenos momentos vividos y con más tristeza que otra darle la vuelta al almanaque cofrade, ese que te indica que hoy quedan 376 días para el Domingo de Ramos.

Y para los jartibles y amantes también de las Glorias, esos otros tesoros tan desconocidos de nuestra Sevilla, pensar que solo queda poco más de un mes para ver cruzar el puente a la patrona del deporte o ver procesionar a su homónimo de los trabajadores o tras muchos años ver una Virgen que en el Porvenir llaman de “la pera”.

Fotos: Eduardo Fdez. López










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