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Una Hermandad con clase. Isabel Serrato Martín.


 Me van a llamar “pelota”, pero me da igual, porque en este artículo sin ánimo de peloteo, lo que voy a reflejar es la pura realidad. Como la mayoría sabe (sin creerme nadie, lo digo porque suelo identificarme mucho con ello) o si no lo saben  aquí lo reflejo, soy hermana de San Benito y al serlo, pues desconoces o conoces menos, a las hermandades del mismo día. Sé, que existe una convivencia de hermandades del día y que los Hermanos Mayores así como los Diputados Mayores de Gobierno, suelen reunirse, pero los hermanos de a pie, solemos tener ese desconocimiento. Y antes de conocer, y esto es en la vida en general, uno o una se hace idea de las cosas.

Este año, al ser nombrada Pregonera Universitaria por parte de la Hermandad de Los Estudiantes, se abrió un frente en mi vida, distinto, del que rápidamente tenía que aprender y al que me tenía que unir, por decisión propia al encargarme un pregón, dejando atrás, porque quiero, repito, ritos de mi vida cofrade normal. Creo que Dios entiende mejor que nadie mi postura, porque cada vez que voy a verlo, y veo en sus ojos su Presentación, noto su sonrisa. Bueno, pues al ponerme manos a la obra, en el proceso de conocer y que te conozcan en una hermandad de tu día, que no es la tuya, comienza lo bonito de mi historia.

La imagen que yo tenía de Los Estudiantes, (buena y ahora aún mejor), era la de una hermandad respetada, de negro, ruan, seria y con ese círculo vicioso o precioso, según los gustos, de su gente y nadie más. Gente respetada, mayores, la mayoría licenciados por eso de ser “Los Estudiantes”, y esa nota bonita que te da la austeridad, que luego no se refleja en la realidad, sólo era una imagen en mi conciencia. Cuando aterrizo en la Hermandad , con su casa en el mismo rectorado, para mí, sin ser hermana, es un honor que la casa de hermandad este allí, como universitaria cofrade que me siento, pues bien, cuando aterrizo en la hermandad, lo lógico y normal, sucede, esa acogida con el mayor de los cariños, que de nuevo agradeceré siempre. Pero ya el primer día empiezo a notar que mi imagen sobre la hermandad, cambia.

La complicidad del Hermano Mayor con sus hermanos, me cambió la imagen. No esperaba, llegar y verme rodeada de Juventud, y llegué y que bien olía, a pocos años, a aquellos sillones ocupados por los jóvenes. Me recordó a mi hermandad de San Benito en los tiempos de la Coronación. Ese trato distendido entre todos, seas quien seas, miembro de la junta, Hermano Mayor o el joven limpiador de plata, que le ha cogido cariño a eso de limpiar, y me parece muy bien por parte de los jóvenes hombres. El aire que se respira en la Casa Hermandad de Los Estudiantes es tan distinto, y tan hermoso a la vez. La Secretaría llena de gente colaborando, a nadie se le cierra una puerta, el despacho del Hermano Mayor es de todos, las convivencias post-culto…, qué maravilla de hermandad.

Pero lo más maravilloso de todos, son esas misas, en el regazo de María Santísima de la Angustia , o soñando en el acogimiento mayor de los brazos del Cristo de la Buena Muerte. Ves en la capilla, a licenciados, profesores de la facultad que nunca imaginaste fueran tan cristianos, aquella mujer que te suena de algo, pero que es asidua a su hermandad y lo más bonito, la juventud que rebosa en esa capilla cada Martes, no se quedan en la puerta (lo más horroroso que he vivido en hermandades) son parte de su hermandad, miembro activo, como San Pablo definió a la Iglesia, al Cristianismo y a Dios. He aprendido con ellos a ser parte más viva aún de una hermandad. ¡Qué maravilla de imagen, me dais, y que cómodo se escribe así un pregón!

He vivido momentos buenos y malos en hermandades, y seguro que cada uno piensa que hay hermandades con más clase o mejores, a mi no me gusta las competiciones, pero sin querer escribir más porque se me van a ir ideas en este texto, del Pregón Universitario, os diré, que he encontrado ese motivo por el que seguir creyendo en las hermandades, lo he encontrado con la clase que tiene la Hermandad de Los Estudiantes. Y eso es sólo, porque el hermano del día a día, mira con sinceridad y antes de nada, a la cara del Señor de la Buena Muerte ,  y con esa dulzura que te regala, ¿no vas a escribir un pregón?, ¿no vas a dar ejemplo de Hermandad…?

A Don Antonio Gil Tejero, o mejor, a Ñete.

Foto: Francisco Santiago










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