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Misa de esperanza por Marta del Castillo


Francisco Javier Segura Máquez. La comunidad parroquial de San José Obrero y San Francisco de Paula vivió la tarde de ayer uno de los momentos más intensos emocionalmente de los últimos años. Una visita del Cardenal a la feligresía hubiera sido en cualquier otra ocasión motivo de alegría, pero esta vez la solemnidad quedó empañada por la tristeza de la desaparición de Marta del Castillo Casanueva, vecina de la parroquia.

El Cardenal Arzobispo presidió la Eucaristía que comenzó a las seis de la tarde. Una ceremonia sencilla, concelebrada por la comunidad de Frailes Mínimos y otros sacerdotes. La esperanza que fuimos a pedir para los padres, familiares y amigos de Marta se hacía presente en el tono verde de la casulla que vestía Carlos Amigo. El Padre Abilio León dirigió los cantos populares de la misa, sin acompañamiento alguno y con llamadas a la fortaleza y la paciencia, como en el canto de entrada, titulado “Mi alma espera en el Señor”.

Esa llamada se vio especialmente representada en la proclamación de la Palabra. La primera lectura, sacada de la carta a los Hebreos, nos presentó un extenso fragmento de la misma, haciendo un recorrido por los personajes del Antiguo Testamento, que tuvieron como principales virtudes la fe y la esperanza, y que se afanaron en la búsqueda de lo suyo, como los padres de Marta están entregados a encontrar a su hija. Tras el salmo “Estos son los que buscan al Señor”, el Evangelio de Marcos nos recordó: “No hay nada oculto que no deba ser revelado, nada secreto que no pueda manifestarse”.

En la homilía Carlos Amigo recordó el caso del Niño perdido y hallado en el templo. Al igual que la Virgen y San José esperaron tres días hasta encontrarlo, el Cardenal pidió a los padres y familiares seguir los consejos que dio San Pablo a los Corintios: ser firmes en la tribulación, tener fortaleza y no desesperanza; y constantes en la oración “buscando un sitio en el corazón de Dios”. Animó a los padres recordándoles: “el amor por vuestra hija no os lo puede quitar nadie”.Aunque afirmó que eran momentos “más de silencio que de palabras”, nos indicó que eran para todos nosotros momentos “para darnos cuenta de que lo único importante es el amor”. Terminó la predicación con una súplica a la Virgen, que en la advocación de los Dolores presidía la ceremonia a los pies del Crucificado.

La Oración de los Fieles hizo presente las necesidades de la Iglesia, y nos invitó a rezar por los que “son vencidos por el egoísmo”. Recordó a Marta y a sus padres y familiares y rogó finalmente por toda la asamblea, siempre para ayudar a mantener la esperanza.

Tanto la Plegaria Eucarística como el canto de comunión también tuvieron por protagonista a la Virgen, a la cual se invocó al final de la ceremonia con la “Salve, Madre”. Resultó un encuentro emocionante para orar por la pronta aparición de Marta. Ponemos nuestra súplica a los pies de San José Obrero y San Francisco de Paula, y rogamos al Cristo de la Caridad ayude a padres y familiares a cargar la cruz de estos malos momentos.










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