Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • lunes, 29 de abril de 2024
  • faltan 349 días para el Domingo de Ramos

Provincia. Una mirada a la provincia. La Hermandad de la Vera Cruz de Guillena


 Eduardo Fdez. López. Queremos dedicar esta semana, o mejor dicho volver a dedicar esta semana nuestra mirada a la provincia a imagenes o hermandades que seran noticia durante estos días, ante una semana que se presenta bastante extraordinaria en nuestra provincia.

Y como es lunes y está dedicado a las penitenciales les mostramos a la Hermandad de la Vera Cruz de Guillena, que durante esta semana celebrará sus actos principales del 450 aniversario fundacional.

Los documentos que les mostramos fueron  enviados en su día por la propia hermandad con datos tanto artísticos como históricos.

La Hermandad fue fundada a mediados del siglo XVI, en la Ermita del Santo San Nicolás, sita en la plaza homónima de esta villa de Guillena, actual Plaza de España, aprobándose sus primeras reglas el día 4 de marzo de 1560, con el título "Regla de los hermanos de la sancta caridad y misericordia a honor de la sanctissima trinidad, padre, y hijo y spíritu sancto, tres personas y vn solo Dios verdadero, y ansi mesmo de la sancta vera cruz en memoria de la passión de Ihesu Christo nuestro redemptor", aprobadas por el Licenciado Juan de Ovando, Visitador del Arzobispado, siendo entonces alcalde de la misma, Juan Martínez del Real.

Según narran estas primitivas reglas, dicha corporación estaba dedicada en esencia a la caridad, sobre todo con los enfermos, de ahí que contase con un hospital, entiéndase un pequeño espacio con camas, para sanar a los enfermos. Este motivo, ha hecho pensar en un posible origen franciscano de la corporación, corroborado en el emblema que aparece recogido en dichas ordenanzas (las cinco llagas de nuestro Señor Jesucristo), de clara vinculación con el mundo franciscano.

Llama así mismo la atención, la serie de cultos que celebraban con extrema rigurosidad y obligatoriedad de asistencia por parte de los hermanos bajo pena económica, a lo largo del año.

 Entre los cultos, la asistencia a los difuntos tomaba especial relevancia durante todo el año, como prueba de actividad caritativa a los más desafortunados, la cuál estaba dedicada no sólo a los vecinos del pueblo, sino también a foráneos necesitados.

Tan importante llegó a ser esta caridad y auxilio a los difuntos, que se abastecía de la integridad física de la mitad de la limosna recogida, que se dedicaba al entierro de los pobres, por un lado y de los pagos que los pudientes hacían para poder recibir esta asistencia, por el otro.

La Hermandad también estaba obligada a amortajar a sus hermanos, a base de mortajas delgadas y labradas, así como con túnicas de lienzo basto como el angeo, similar a las que se utilizaban el Jueves Santo.

El resto de cultos que la Hermandad celebraba con carácter ordinario, tenían una fecha fija.

En primer lugar, se celebraban misas diarias, concediéndole especial importancia a la matinal del domingo.

Con vistas a la Semana Santa, el Domingo de Lázaro, día en que actualmente se dice el pregón, se celebraba un cabildo general de hermanos para la celebración de la disciplina en la tarde noche del Jueves Santo. El dicho Jueves Santo, todos los hermanos se reunían para comer, confesar y comulgar, bajo pena de dos reales, y permanecían juntos hasta la hora de vestir la túnica en la Ermita de San Nicolás desde donde partía el cortejo hasta un humilladero que existía en las afueras de la población.

 El día de Pascua, por la madrugada, se celebraba la misa de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, a la que todos los hermanos estaban obligados a asistir sobre pena de un real.

Según nos dice Silvia Maria Pérez González, basándose en la obra inédita de 1994, de Don Antonio Hernández Parrales, “Historia de las Hermandades de Vera Cruz de la Antigua Archidiócesis Hispalense”, la hermandad abandonó la Ermita, situada en la actual Plaza del Ayuntamiento en el año de 1869, debido al estado ruinoso, aunque las imágenes se habían trasladado en 1856 a la iglesia parroquial, bajo costo de algunos hermanos devotos.

Por motivos del mal estado de conservación en que se encontraba la ermita, tuvo que instalarse la nave del evangelio de la iglesia parroquial, utilizando el retablo que tenía por aquellos entonces en la ermita.

En cuanto a la disolución de la hermandad durante la primera mitad del siglo XX, no tenemos noticias fijas de cuando acaeció este hecho, ya que existen noticias de documentos que indican la salida de la cofradía bajo iniciativa parroquial en la década de 1950.

Pero lo que sí hemos podido rescatar, es que el 7 de marzo de 1961 se reorganizaba de nuevo, como demuestra la aprobación temporal de unas reglas por vigencia de cinco años, aprobadas definitivamente el 10 de marzo de 1970. Sin embargo, a partir de esta fecha vuelve a sufrir otro declive y procesiona sólo a veces, en muchas ocasiones por iniciativa parroquial o de algunos devotos.

 No será hasta la Semana Santa de 1983 cuando vuelva a resurgir definitivamente como Asociación Parroquial, adquiriendo todo el patrimonio actual y procesionando ininterrumpidamente el Viernes de Dolores con el Crucificado de la Vera Cruz y el Palio de Mª. Santísima de los Dolores.

Desde el año 2000 la estación de penitencia se celebra cada Viernes Santo. En 1991 se aprobaban las reglas que han regido a la corporación hasta la actualidad, como Hermandad y Cofradía de penitencia, entrando en vigor la primera junta de gobierno en el año 1992.

Dos grandes efemérides has sido celebradas en esta última etapa, la comprendida entre los años 1983 y 2006. La primera, la Imposición de Corona a María Santísima de los Dolores, una ceremonia íntima celebrada en la Iglesia Parroquial el día 23 de enero de 1999, en la que Monseñor Infantes Florido, Obispo Emérito de Córdoba, imponía sobre las sienes de Nuestra Señora, la actual corona de salida. La segunda, la Imposición de la Medalla de la Villa de Guillena a María Santísima de los Dolores, como representante de la institución mas antigua del pueblo.

Tuvo lugar el día 11 de octubre del año 2003 y contó con la procesión de la titular por las calles de la Villa, tras celebrarse un acto en la plaza mayor del municipio, ataviada con un decorado construido ex profeso para dicha efeméride, donde el alcalde y el pleno consistorial, galardonaron por unanimidad con tan distinguido titulo a la corporación. A este acto acudieron invitadas un sin fin de hermandades y organizaciones no solo del municipio, sino también de diferentes poblaciones de la provincia de Sevilla y Cádiz, que mantienen relaciones con la hermandad.

 Las sagradas imágenes

Al aproximarnos a la imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, aunque su autor y fecha son totalmente desconocidos, tradicionalmente se ha venido fechando en la primera mitad del siglo XX, una apreciación que parece cada vez más improbable.

Según podemos leer en el verso del folio segundo del inventario de la Ermita de San Nicolás que se conserva en los fondos del Archivo Parroquial, realizado por orden de Juan Blanco Márquez, notario de la villa de Guillena, el día 12 de noviembre de 1728, a la muerte de Juan Quíles García, encargado del aseo y limpieza de dicha ermita, todo parece indicar que la Imagen del Señor de la Vera-Cruz se encontraba ya en el seno de esta corporación en las primeras décadas de la centuria dieciochesca; “Frente, tiene dicha hermita un cruscifijo de Santo Cristo de altura de un hombre que está en el altar mayor... “.

Esta nueva hipótesis adquiere un mayor protagonismo si atendemos a que en este dicho inventario se ponen de manifiesto muchos de los objetos que eran utilizados en la ceremonia del descendimiento, citando en este caso “…un sepulcro de madera sin dorar…”, que debe corresponder al que todavía conserva la cofradía, puesto que presenta las características propias de la estilística del siglo XVIII.

Atendiendo a la fisonomía plástica de la obra, podemos afirmar casi con total garantía, que se trata de una obra anónima ejecutada a finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII, es decir, aproximadamente entre 1675 y 1725.

El Crucificado de la Vera Cruz, es una obra realizada en madera de cedro policromada, que posee articulados los brazos para adaptarse a la iconografía de Cristo yacente, posición en que la imagen se completaba con unas piezas de madera que encajaban en los hombros e impedían el movimiento de los brazos de la efigie en el sepulcro, práctica actualmente en desuso.

 La imagen representa a Cristo muerto, destacando la placidez de su rostro y el “rigor mortis” que presenta su cuerpo y en especial sus manos, cubierto por un espeso sudario de ligeros pliegues, anudado en la cadera derecha. La policromía acentúa bastante los símbolos de la pasión así como el resultado de la muerte.  

A esta imagen se le conoce una restauración a manos del imaginero de Alcalá de Guadaira, Manuel Pineda Calderón, en el año 1955, que consistió básicamente en reparar su policromía.

La imagen de María Santísima de los Dolores, corresponde a una talla anónima, de la que también desconocemos su fecha de ejecución. Nada se sabía de ella hasta que el imaginero Francisco Berlanga de Ávila, le realizó un candelero nuevo en el año 1984.

Fue entonces cuando descubrió una inscripción en su busto, que contenía tres cruces junto a la firma de Juan García de Santiago, que quiso identificarse con la persona de un maestro ensamblador adherido al trabajo de Mª. Luisa Roldán “La Roldana” y posteriormente a su sobrino Pedro Duque Cornejo.

Atendiendo a esta hipótesis se ha dicho de ella, que presenta muchas analogías estilísticas con las tres marías que aparecen en el banco del retablo mayor de la iglesia del Hospital de la Santa Caridad de Sevilla, obra del insigne Pedro Roldan, como de todos es sabido padre de Mª. Luisa, donde se presume pudo intervenir junto a su padre, inclinando así la autoría de María Santísima de los Dolores a la Mano de “La Roldana”.  

 En cuanto a las fuentes documentales acerca de la corporación que han llegado hasta nuestros días, sólo encontramos una referencia a la imagen de Nuestra señora.

Atendiendo de nuevo al inventario de la Ermita de San Nicolás elaborado en 1728, en el verso del folio segundo puede leerse; “Ytten una imajen de Nuestra Señora de la Soledad”. Con toda seguridad, debemos pensar en la imagen de María Santísima de los Dolores que hoy conocemos, seguramente venerada bajo la advocación de Nuestra Señora de la Soledad en tiempos pasados.

Se trata de una imagen de candelero para vestir, realizada en madera cedro policromada. El rostro presenta una delicada talla, que bajo finas cejas arqueadas deja ver unos ojos de cristal, de los que penden cinco lágrimas de este mismo material, dos en la mejilla derecha y tres en la izquierda. La nariz es pequeña y está perfectamente dibujada, dejando paso a una boca entreabierta de labios pequeños, a través de la que puede contemplarse su dentadura, su lengua, e incluso parte de su garganta. 

Junto a esta observación hemos de tener en cuenta, que se le ha documentado una restauración en 1955, a manos de Manuel Pineda Calderón, en la que pudo sustituir las manos originales por unas nuevas.

 En el año 1984, tal y como ya apuntábamos, Francisco Berlanga de Ávila, llevo a cabo la ejecución de un nuevo candelero de mayores proporciones, dotando a la imagen de una altura de 1,70 mts. aproximadamente.

El San Juan actual, es una obra realizada en el año 1955 por Manuel Pineda Calderón, quien percibió 4.500 pts., por la ejecución de dicha talla articulada para vestir en madera de cedro policromada.  

La talla del evangelista, con los brazos en actitud indicadora, presenta las características propias de la obra de Pineda, que repitió casi de modo secuencial en todas sus representaciones hagiográficas masculinas.

Destaca la espesa cabellera que finaliza en un bucle central sobre la frente, mientras el resto se extiende únicamente por la espalda. Como todas las imágenes homónimas de su producción, representa la barbilla con poco pelo, construidos a base de leves pinceladas, para subrayar el carácter imberbe tradicional de San Juan Evangelista.

Fotos: Eduardo Fdez. López










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.