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El Seminario sevillano es el único de España que no pierde vocaciones. Mario Niebla. ABC


El edificio del Seminario Metropolitano, que lleva ocho años en funcionamiento, cuenta con 67 seminaristas, siendo un extraordinario ejemplo de fecundidad vocacional, ya que es el de Sevilla el único que no ve el número de seminaristas bajar, sino que se mantiene en lo más alto de la estadística en relación al resto de España. Entre diez y doce seminaristas suelen incorporarse al Seminario anualmente, siendo verano la fecha en la que suelen ingresar los jóvenes con vocación para el sacerdocio, porque «el delegado de pastoral vocacional de la Diócesis suele recomendar el transcurso de un año o el verano para que el joven en cuestión valore si realmente se trata de una verdadera vocación sacerdotal o no», según asegura el padre Manuel Cotrino, vicerrector del Seminario de Sevilla.

Un día cotidiano para un seminarista comienza a las siete de la mañana. Al sonar la música se despiertan para acudir a rezar los laudes a las siete y media en la capilla, la primera oración del día, antes del desayuno. A continuación, sobre las nueve de la mañana los jóvenes acuden a las clase hasta las dos de la tarde, donde la filosofía y la teología se alternan con cristología bíblica, historia de las religiones o derecho canónico, por ejemplo. Por la tarde suelen tener las entrevistas personales con sus formadores, encuentros o actividades por parroquias, para los ya ordenados diáconos, hasta las ocho y media que vuelven a la capilla para la oración de la tarde.

Requisitos para ser sacerdote

Para ser sacerdote lo fundamental, como es lógico, es tener vocación. «Si un joven tiene vocación tiene lo más importante, pero otro requisito es la normalidad; evidentemente debe ser un joven normal, que sea una persona tocada por la mano de Dios, porque para eso trabajamos en el acercamiento de Jesucristo. Un seminarista debe ser una persona que esté con los pies en La Tierra, muy cercano a la gente y a los problemas de la sociedad en la que vivimos», afirma el vicerrector del Seminario hispalense.

Los jóvenes que crean que tienen vocación sacerdotal deben ponerse en contacto con el párroco más cercano, y este, a su vez, le comenta el caso al delegado de pastoral vocacional de la Diócesis, quien se entrevista con el joven para conocer si realmente se trata de un caso de una «llamada de Dios» para dedicar su vida a la obra continuadora de los apóstoles. Una vez que se considera apto, el seminarista ingresa en el seminario pasando por seis cursos inscritos en tres ciclos. El primer ciclo comprende los dos primeros cursos y es la fase donde se estudia el caso concreto del aspirante a sacerdote. En esta fase, los seminaristas sólo salen del seminario los domingos para visitar a la familia.«Al joven se le plantean otro tipo de vocaciones, haciendo un poco de vacío exterior para conocer aun más a Jesucristo». En el primer ciclo estudian básicamente teología. El segundo ciclo, tercer y cuarto curso, es ya de conocimiento parroquial, en esta etapa el seminarista no está interno toda la semana, sino que los viernes sale a trabajar en las diferentes parroquias de la Diócesis que se le asigna cada año.

En el tercer ciclo se estudia la pastoral, siendo en el broche del quinto curso cuando el seminarista se ordena de diácono. En sexto curso se envía al seminarista-diácono a un destino pastoral, ya el futuro cura puede vivir en la residencia o en una parroquia destinado, teniendo que ir al seminario una vez al mes.

Para ser sacerdote, un seminarista nunca encontrará ningún tipo de impedimentos económicos. «Esto vale como todo en la vida y sobre todo con este edificio tan espléndido, con lo nuevo que es y las instalaciones que tiene lo hace caro y costoso, además la manutención y la formación tiene un precio. Por ello al seminarista se le pide que sea responsable en la comunidad de bienes», asegura el padre Cotrino. No obstante, los seminaristas suelen disfrutar de becas estatales.

El edificio de esta escuela para futuros sacerdotes está formado por la Escuela de Teología, para alumnos con vocación sacerdotal o no, donde se estudian los estudios filosóficos y teológicos, y por la residencia, donde viven los seminaristas.

El fervor religioso de Sevilla, ciudad mariana y cofrade por excelencia, no sólo se demuestra con la completa Semana Santa, sino también con el rico número de vocaciones sacerdotales.

Mas información en: www.sevilla.abc.es

 










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