18 de diciembre: cuarto domingo de Adviento

Arte Sacro. Estamos a una semana de la navidad, día en el que celebraremos el nacimiento de Jesús. Es una de las fiestas más bonita y entrañable del año. Pero no podemos olvidar que el culto que Dios quiere, es el culto en espíritu y en verdad, no es el de los largos rezos, bellas melodías, hermosas ofrendas y ritos bien calculados, sino el culto del amor y de la entrega, el servido a los pobres, el lavar los pies al hermano, la defensa del oprimido y el estar cerca de los que sufren. Lo demás, es decir, las oraciones, los cantos, las ofrendas y los ritos, estarán bien, pero por añadidura, como expresión y complemento del culto que brota del amor y del servido.

Todavía no hemos aprendido, seguimos diciendo cantidad de veces "aquí tiene" en vez de "aquí me tienes". Aquí tienes mis promesas y buenas obras, aquí tienes mi velita y agua bendita; aquí, mis joyas y mi ramo de novia; aquí mis visitas y mis peregrinaciones; aquí, mi imagen y mi reliquia; aquí, mi medalla y mi escapulario; aquí, mi cruz y mi rosario, mis ayunos y abstinencias, mi certificado de bautismo y confirmación, y aquí tienes indulgencias por arrobas... Si seguimos así vamos a convertir la religión en un mercado.

¿Qué nos dice la palabra de Dios?

2 Sm. 7, 1-5. 8b-11.16. David quiere levantar una casa para Dios: es lo propio del hombre religioso, que busca, sus ofrendas y sacrificios, tener a Dios siempre favorable. Pero Dios no se deja domesticar. No quiere templos fríos, sino templos vivos; no es el Dios del culto, sino el Dios de la vida; no es el Dios de la "institución", sino el Dios del éxodo. Y a cambio, nuevas bendiciones y promesas para David. "No me construirás tú una casa, sino que yo te daré a ti una casa...". Es verdad que la generosidad de Dios no tiene límites.

Rm. 16,25-27. El eje, el centro de toda la predicación de Pablo, es el evangelio de Cristo Jesús; en Él se revela el amo misericordioso de Dios para todos los hombres, la salvación ofrenda por Dios a todas las naciones, las ocultas riquezas y gracias de Dios para todo el que cree.

Lc. 1, 26-38. Se pone la última piedra de la casa prometida por Dios a David. Se pone la primera piedra del verdadero templo de Dios entre los hombres. El cielo se acerca a la tierra. Y la tierra escogida para levantar este santuario es María, una joven desconocida de Nazaret, un pueblo insignificante.

Para la vida

Durante estos domingos de adviento, ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en tu oración, reflexión y diálogo con tus amigos y familiares? ¿Cómo te planteas vivir el nacimiento de Jesús?

Un rato de oración

Y ahora escuchadme bien todos vosotros:
Dios no es un novio ciego que se encapricha
de una sola mujer y vuelca sobre ella sus tesoros,
mientras se pudre el mundo en tomo a ellos.
Los tesoros de Dios siguen enteros,
las arcas de su misericordia siguen y seguirán
abiertas de generación en generación.
Dios es un manirroto con el vicio de dar y bastará temerle
quiero decir, quererle para que entregue
a todos lo que me ha dado a mí,
sin dudar un momento la respuesta,
se entrega toda entera, como esclava;
da ese Sí, que es final de los advientos
y Dios mismo pedía con respeto.
La joven se sintió llena de Espíritu
y como de Dios embarazada.
Los tiempos han llegado a plenitud.
La tierra se convierte en sacramento.
Todo el cielo se centra en una joven:
María, la bendita, se llamaba.

Piensa en esta semana…

Muchas cosas pequeñas, en muchos lugares pequeños, hechos por muchas gente pequeña, pueden transformar al mundo. (proverbio escocés)

Adviento y Navidad 2005. Material de Reflexión y Oración
Delegación Diocesana de Pastoral de Jóvenes
Arzobispado de Sevilla.