Arte Sacro
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Eternamente sabio. José Cretario. ABC Sevilla


No sé si el frío de ayer, el día de su entierro, era porque estábamos en diciembre o porque su partida nos ha dejado helado el corazón. Nadie cree que Luis Rodríguez Caso haya volado a la casa del Padre, pero su entierro cruzó ayer el patio de la Santa Caridad entre letanías y campanas de Viernes Santo.

Es imposible pero ha sido cierto; no somos nadie. Cuando más necesaria es la sabiduría, se volatiliza; cuando nos hace más falta los referentes, estos se convierten en memoria. Su enjuta figura escondía un peso tremendo, abrumador. Con la naturalidad de los razonamientos rotundos, Rodríguez Caso, como Ramón Martín Cartaya, Vicente García Caviedes y tanta gente de la generación de la posguerra entendían perfectamente la Semana Santa, sus secretos y las claves para legarla más grande al futuro. Ellos fueron y son los herederos naturales de Sanchez Dubé o de Juan Moya, eslabones imprescindibles de una cadena que el tiempo ha desgastado en algunos de sus engarces.

La Semana Santa de Rodríguez Caso era aquella que se presentaba limpia y sin adherencias; la de «Los Esplendores» del 92. Por sus pasos les conoceréis. Y allí estaba nada menos que la Victoria, el Dulce Nombre, el Amor, Pasión y el misterio de San Benito. Sobran las palabras. ¿Un nostálgico? No sé quién se atrevería a llamar así al hombre que posibilitó que el Cerro saliera el Martes Santo. Otra, no sé, pero aquel Cerro de finales de los ochenta sí que tenía, para Luis, un sitio entre las filas. ¿Era sabio o no?

Cuando ayer se abrieron las puertas de la Caridad su catafalco apareció bajo el retablo de Roldán del Entierro de Cristo. El suyo era el entierro de un hombre eternamente sabio. Fue prioste del Silencio. Jamás se le habría ocurrido sentar a su Virgen. Más bien su empeño consistía en esforzarse para que cada año fuera igual la Venecia andante de la Concepción.

Hoy su hijo es prioste de la Quinta Angustia, la Virgen que hizo su padre un día que soñó que era Miguel Angel. Hoy esa Virgen sin lágrimas recién llegada de la Sixtina sí que llora como lo hacemos todos. Perder a Luis Rodríguez Caso es lo peor que nos ha podido pasar.

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