Esperanzas de Sevilla. Juan Manuel Labrador Jiménez

Habita en la Puerta Osario
una preciosa mujer
cuyos ojos quiero ver
al rezarle mi rosario
mientras canta el campanario,
y ofrecerle mi alabanza
cuando nuestra vida avanza,
pues sólo mi sed se sacia
cada vez que con su Gracia
baja al suelo la Esperanza.

 

 

Baja al suelo la Esperanza
allá por la Trinidad
al volver la Navidad
con su carga de añoranza.
La Virgen ya nos alcanza
con todo su corazón,
que inundado de emoción
derrama en nuestras cabezas
sus amores y purezas
al rezarle una oración.

 

 

 

Al rezarle una oración
nunca se muere su magia,
pues su belleza presagia
una grata sensación,
y con Ella la razón
se convierte en algo llano.
Fíjate bien, sevillano,
que la Macarena llama
a esta ciudad que la ama
para besarle la mano.

 

 

 

Para besarle la mano
a esa Divina Enfermera,
viene siempre a nuestra vera,
con un sentimiento sano
y su gesto tan humano,
esa jovencita hermosa
cuya piel color de rosa
nos deja ver que la vida
se nos pasa sostenida
por su mirada grandiosa.

 

 

 

Por su mirada grandiosa
el mundo tiene sentido,
y en el reino prometido
Ella será tan preciosa
como frágil y graciosa
se nos muestra esa Chiquilla
que es de Dios su maravilla,
Santa Virgen de la O
cuyo amor ya se extendió
desde la calle Castilla.

 

 

 

Desde la calle Castilla
nos marchamos a Pureza
para hallar esa nobleza
tan adorada en Sevilla.
¡Ay!, mi dulce Gitanilla,
Esperanza de bondad,
con Triana y su lealtad
sé para siempre mi ejemplo,
pues en tu rostro contemplo
la luz de mi Navidad.

 

 

 

* Extraído del Pregón de la Navidad de Sevilla (Casa de Soria) del año 2004

Fotos: Joaquín Corchero, Félix Díaz Ceballos, Francisco Santiago, Juan Alberto García Acevedo, Fernando A. Morillo y Juan Manuel Labrador