El secretario general de la unión de superiores generales pide a Benedicto XVI que preste “una atención especial a la vida consagrada”.
Arnaiz señala también otros desafíos de este pontificado “al servicio de los pobres y de la paz”, entre los que incluye los siguientes: dar un nuevo estilo de gobierno a la Iglesia , responder a la búsqueda de sentido de una sociedad desencantada (volcarse en un anuncio apasionado de Jesús); estudiar y reproponer el tema de la ética cristiana y, sobre todo, de la cuestión antropológica de la moral sexual; superar el ‘impasse’ del trabajo ecuménico y del interreligioso; mejorar las relaciones entre todos los integrantes del pueblo de Dios; revitalizar el clero; y abrir las puertas a la mujer de par en par en los distintos niveles de Iglesia.
En el Pliego de Vida Nueva, titulado “De la lucidez a la audacia” y escrito al cumplirse los cien días desde la elección del sucesor de Juan Pablo II, el secretario general de la USG cree que “tenemos en este momento el Papa que nos merecemos y casi el que necesitamos. Estamos en un tiempo nuevo, nada parecido a ningún otro, y por tanto se necesita alternativa. A Benedicto XVI no le falta lucidez. Esperemos que abunde en él la audacia en sus años de servicio al pueblo de Dios”.
Arnaiz cree que con Benedicto XVI no hemos entrado en un período invernal para la Iglesia , como pueden pensar algunos, sino “otoñal”, es decir, “el de los días de frutos más maduros”. En este sentido, piensa que “necesitamos de alguien que nos siga ayudando a enfrentar la vida y los retos del siglo XXI de otro modo”. Por eso, “deseamos que Benedicto XVI sea capaz de rechazar la doble tentación: la de una Iglesia fragmentada y diluida, y la de una Iglesia autista y aislada, para poder apelar y afirmar en ella un impulso creativo y renovador”, concluye Arnaiz.