Un beso también es Caridad
Carmen Rodríguez Endrina. A escasos 15 días de lo que está por llegar y tras haber vivido ya alguna que otra cuaresma, es imposible que ciertas hermandades dejen de impresionarme, para bien o para mal. Hoy, vengo a hablarles de una situación que algo tiene que ver con el primer caso.
Nos encontramos sumergidos en la burbuja que nos sucumbe cada febrero y marzo y que nos sorprende cuando explota pocos días antes de la primera luna más plena de la primavera. Muchos de nosotros sin ni siquiera tiempo para parar en casa. Sorprendentemente, hay quienes aún así siguen acordándose del prójimo, algo que, desgraciadamente nos llama la atención cuando debería ser lo normal.
Siempre llevé por bandera, y quiénes me conocen bien lo saben, el ser de vísperas. Antes porque lo vivía en primera persona y ahora porque en casa por varias razones, seguimos disfrutando el gozo que la misma nos da. Seguimos siendo testigos, como hoy, de lo grande que pueden llegar a ser. Vísperas, no hay nada más bonito que disfrutar de este estado halagüeño, esperanzador, el que nos marca la llegada de nuestra semana mayor, el tiempo anterior a la parada del mismo…
El que siente las Vísperas siempre está orgulloso de ello, pero hoy, una vez más una de sus hermandades fue la protagonista de una sonrisa, de un sentimiento y, por qué no decirlo, de un escalofrío. Numerosas hermandades trasladan a sus titulares a cualquier rincón de su templo y, en el lugar habitual que antes ocupaba, dejamos una insignia o flores. Hoy, precisamente, en la actualidad, con este mal tiempo que nos achaca y por parte de una de las más humildes se nos volvió a dar una lección a todos. En San José Obrero, sí, esta nueva hermandad de penitencia que en un mes ha dado más ejemplo que muchas de siglos en varias décadas, tuvieron el detalle de acordarse, una vez más del que no tiene, de aquel que lo necesita y en el lugar que ocupa habitualmente la imagen que tallara Fernando Aguado, han dejado paso a aquello que nos transmite el Señor que más desgastado tiene su pié derecho a pesar de su juventud. Caridad. La hermandad, en medio de este bullicio, a la mitad de los 40 días y las 40 noches más hermosas del año, recordó los besos. Un beso de amor. Un beso también es Caridad. Se acordó de Cáritas parroquial y del comedor social de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Hoy se agolpaban las bolsas de alimentos en el altar asiduo del Señor, pero en días pasados se llegaron a agolpar donde se celebra el Besamanos. Caridad. El término más amado en la Parroquia de San José Obrero, entre las vecinas, en los jóvenes, incluso en los más niños.
Sí, éstas son las Vísperas. Las que menos tienen y las que más dan. Las que, en momentos de grandeza para muchos siguen acordándose del más pobre. Por cosas como estas, la autora de este artículo seguirá gritando a los cuatro vientos el por qué de su Amor a las Hermandades que mediante su Misión llevan su más Dulce y Divina Gracia a cada rincón en el que predominan, por una razón u otra los mayores Dolores. Por cosas como esta, muchos seguiremos callando bocas aunque nos vuelvan a negar mil y una vez más lo que nos merecemos por méritos propios. A las pruebas me remito. Dicen que lo que haga tu mano izquierda no tiene que saberlo la derecha, pero ya está bien. Ahora vamos a mantener el secreto mientras nadie obstaculice la labor de la primera.
Aquí ha quedado constancia de la grandeza de las pequeñas. Quien lo merezca que siga en el debate. Que cada cual reflexione de sus actos y siga alimentando aquellos que muchos pretenden crear a costa de las que piensan que son indefensas. Que sigan. Que mientras algunos desvían su atención a favor de la creación de polémicas, otros seguiremos haciendo HERMANDAD y evangelizando desde Pino Montano a Heliópolis sin olvidar otros barrios donde el gusto evangelizando es tremendo, porque, a ver quién me niega a mí, que no hay sitio más bonito para evangelizar que la Plaza del Platanero.
Foto: M.Martín