Onda Cero Sevilla emite hoy la penúltima entrega de "Los Cuentos de la Zambrana", narrados por Carlos Herrera
"Los Cuentos de La Zambrana" cuentan además con la colaboración de oyentes cofrades de Onda Cero que prestan sus voces a los personajes que componen la historia, junto con la de Carlos Herrera. Los relatos llevan la firma de Óscar Gómez, y la producción del espacio corre a cargo de Chema García.
La Zambrana de Onda Cero comenzó su andadura en el mes de marzo de 2001, semanas antes de que Carlos Herrera pronunciase su recordado pregón de la Semana Santa de Sevilla. Desde entonces y hasta la presente edición, ha ido cambiando en formatos, desde la entrevista al reportaje, y ahora al relato literario, tratando siempre de buscar la originalidad en la puesta en antena de los temas abordados, y el rigor en las investigaciones realizadas.
A continuación, y en exclusiva, Arte Sacro te adelanta las primeras líneas del relato que hoy podrás escuchar en las voces de Carlos Herrera y de sus oyentes:
Alonso tiene la primavera metida en el costado. Conoce la sensación. La tiene cada año, y no es una alergia, ni eso que llaman astenia. Es la primavera misma, que como una víscera etérea se le instala en el pecho, para hacerle un vacío justo al lado del corazón en cuanto llega marzo.
En cuanto llega marzo, hay una tarde en la que descubre que la claridad vuelve a ser testigo de la agonía diaria de la ciudad. Que cuando cierran los comercios y las oficinas, aún queda un rato para que Sevilla eche también sus persianas de penumbra.
La primavera es el tiempo que se mide no en minutos y en horas, no en semanas, sino en la alternancia de soles y tormentas. En cuanto llega marzo, hay una tarde tenebrosa que sucede a otra en la que la luz intensa invade cada esquina, baña cada azotea. En esa tarde tenebrosa, el techo sevillano es gris, y sin embargo, entre el cielo y el suelo se cuela el sol para pintar de claridad las fachadas de las casas sobre un lienzo de nubarrones.
Y es esa imagen artificial de la ciudad la que toma cuerpo en el costado de Alonso, y en el de otros muchos sevillanos, que en cuanto llega marzo, saludan con un vacío en el pecho a la estación que nace para ver morir al Hijo de Dios.