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Las vestimentas de la Virgen de Araceli. Hoy en tiempo de Cuaresma


Federico Carrasco y Francisco Javier Segura. Dentro de la dinámica litúrgica que dirige, como sabemos, la práctica del cambio de indumentaria de las imágenes marianas, hemos de señalar como costumbre acrisolada en Sevilla la utilización de prendas de color oscuro para las imágenes de gloria en dos épocas del año.

Mientras que las imágenes dolorosas usan para la Cuaresma la vestimenta hebrea, las imágenes de gloria siempre han vestido en esa época prendas de color morado, en consonancia con el espíritu penitencial de este período. Cabe destacarse el terno morado de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Santa Catalina, de raso morado bordado en plata y otras vestimentas similares que dan testimonio de la reiteración de uso de prendas de esta tonalidad desde tiempos antiguos.

 

 

Otra fecha en la que es habitual que las imágenes letíficas se vistan de morado es el mes de noviembre, acompañando a las imágenes dolorosas en una especie de “luto” por los Fieles Difuntos, las cuales sí visten prendas negras tal y como lo hacen las personas. Las imágenes de gloria no pueden usar ropas negras, por lo que se alivia el carácter luctuoso con el color morado. Las imágenes se mantienen así vestidas hasta la fiesta de la Inmaculada Concepción, para la cual la mayoría de las imágenes visten manto celeste y saya blanca a imitación de la iconografía concepcionista.

Hecha esta explicación sobre el uso y costumbre de las ropas moradas, pasaremos a comentar el empleo de estas prendas por la imagen de Nuestra Señora de Araceli. Dicha talla se viste con este conjunto de manto y saya morados de terciopelo desde el principio de la Cuaresma hasta la Semana de Pascua, en la que los ropajes cambian radicalmente al color blanco propio de la fiesta de la  Resurrección del Señor. 

 

Estas prendas moradas fueron realizadas por el taller de costura de la Hermandad en los días previos a la cuaresma del año 2006, siendo de destacar el corto espacio de tiempo que ocupó su confección, prisa intencionada para que la Virgen pudiera lucir este conjunto en el momento adecuado. Al estreno de estas prendas moradas se acompañó también la innovación de usar un rostrillo de encaje de oro para enmarcar el bello rostro de la imagen. Siguiendo antiguas tradiciones de la imagen lucentina, la Junta de Gobierno decidió apostar por confeccionarle a la Virgen este rostrillo, que le serviría para el culto diario, cambiando notablemente la percepción de la Virgen al descubrir y despejar la frente de la misma. Otro estreno importante fue un cíngulo de oro, que se describe en otras fotografías, y que nos remite a la estética penitencial que es propia de los tiempos cuaresmales o de difuntos.

En el pecho de la imagen destaca, ceñida por un broche de plata y circonitas de inspiración vegetal, una medalla del mismo metal, réplica de otra fechada en 1630 perteneciente a los fondos del Museo de la Fundación Lázaro-Galdiano de Madrid y que representa la Inmaculada Concepción. Tiene forma de mandorla y en el exterior lleva grabada la leyenda: CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL. 

 Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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