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Un altar carmelita en la Judería. Carlos Colon. Diario de Sevilla.


EN 1921, Edith Stein, aventajada discípula del filósofo Husserl, del que fue asistente de cátedra, se convirtió al cristianismo leyendo las obras de Santa Teresa. Se bautizó en 1922. En 1934 ingresó en el convento carmelita de Colonia tomando el nombre religioso, por devoción a Santa Teresa y a San Juan de la Cruz, de Teresa Benedicta de la Cruz. Allí siguió trabajando en sus obras La finitud y el Ser y La ciencia de la cruz. En 1942 fue apresada por las SS junto a su hermana Rosa y deportada a Auschwitz. Cuando la hermana se sintió desorientada y desfallecida, Edith la tomó la mano y le dijo: "Ven Rosa, vamos con nuestro pueblo".

De su paso por el campo de concentración holandés en el que aguardó su deportación, donde coincidió con Etty Hillesum, quedan algunos testimonios: "Había una monja que me llamó inmediatamente la atención y a la que jamás he podido olvidar, a pesar de los muchos episodios repugnantes de los que fui testigo allí. Aquella mujer, con una sonrisa que no era una simple máscara, iluminaba y daba calor. Yo tuve la certeza de que me hallaba ante una persona verdaderamente grande. En una conversación dijo ella: 'El mundo está hecho de contradicciones, pero en último término nada quedará de estas contradicciones. Sólo el gran amor permanecerá".

Su último mensaje conocido fue el que hizo llegar a la priora de su convento: "No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello y me he dicho desde el fondo de mi corazón: 'Salve, oh Cruz, mi única esperanza". Las dos hermanas fueron gaseadas el 9 de agosto de 1942. En 1987 esta niña judía, esta joven filósofa agnóstica, esta mujer que destacó como ensayista y conferenciante en varias universidades europeas y esta monja carmelita fue beatificada, en 1998 fue canonizada como Santa Teresa Benedicta de la Cruz y en 1999 fue declarada copatrona de Europa.

Hoy, festividad de Santa Teresa de Jesús, es un buen día para pedir que en la bella paz del convento carmelita alzado desde finales del siglo XVI en el corazón de la antigua Judería de Sevilla se dedique un altar, modesto como conviene al carácter de la orden y de esta santa, a Edith Stein. Un altar carmelita y sevillano en el convento que las hijas de Teresa tienen en la antigua Judería para poder celebrarla entre sus hermanas cada 9 de agosto, fecha de su conmemoración litúrgica, y visitarla cada 15 de octubre cuando vayamos allí, a la ya temprana caída de la tarde, para cumplimentar a Teresa de Ávila, su queridísima Santa Patrona, y sentir –en el hondo silencio de la iglesia conventual– lo escrito por Edith: "La esencia del alma es estar abierta hacia dentro. Cuando el yo vive en el fondo de su ser, allí, donde encuentra su pertenencia de hogar, entonces percibe algo del sentido del Ser".










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