2/02/2005- De Frente: El Plan Ibarreche triunfa en las cofradías. Morales Bermudo.

La opinión pública nacional está convulsionada desde que hace unos meses el gobierno regional vasco anunciase su intención de elaborar un proyecto de separar a ese territorio del resto de España en base a una supuesta voluntad mayoritaria de los habitantes de esas provincias, y constituirlo en un estado libre asociado a nuestra patria. No parece que pueda prosperar ese disparate que basa su ideología en las absurdas teorías de Sabino Arana, quien se inventó el nacionalismo vasco para, en los últimos días de su vida, renegar de sus convicciones para volverse españolista (algo que silencian astutamente los que se basan en sus proposiciones).

En las cofradías de Sevilla tenemos nuestro particular Plan Ibarreche, que amenaza con convulsionar la estabilidad de nuestra Semana Santa. No, no me refiero a la pretendida reforma de la carrera oficial, que se empeñe quien se empeñe está complicada, sino a otro tema más grave, a mi entender, como es que la hermandad de la Resurrección vaya a procesionar el Sábado Santo. Una auténtica revolución sin precedentes ni en la historia de nuestra Semana Santa, ni en ningún otro lugar del mundo ¡ver procesionar a un Resucitado cuando conmemoramos que Cristo está aún muerto! ¿cuándo se ha visto eso?

Que la hermandad consiguiera en su momento ser aprobada como cofradía de penitencia no me pareció entonces mal, aunque la verdad es que yo era muy niño y no tenía una opinión formada ni una base de conocimientos como para discernir si aquello estaba bien o mal. Me cuentan que fue polémico, que muchas hermandades no quisieron pero que desde el arzobispado se impuso la decisión, cuando, precisamente, el cardenal Bueno Monreal estaba enfermo y aún el nuevo arzobispo Amigo no había aterrizado..., qué cosas. La solución de que procesionase el Domingo de Resurrección para hacer estación en la Catedral una vez celebrado el Pontifical de la mañana de Pascua que desde entonces se le dio a la hermandad no fue mala del todo, aunque para que la cofradía pudiese desarrollarse el horario no podía ser más inconveniente.

Lejos de buscarse algo más natural, como el procesionar en la tarde del domingo de pascua, la hermandad confunde los capirotes con la liturgia (como viene haciendo casi desde que se fundase, con sus cultos en cuaresma, con su cera y flores rojos...) y se quiere “confundir” como una cofradía más y salir el Sábado Santo.

El Sábado Santo se creó en 1956, hasta entonces se llamaba Sábado de Gloria, y de día de tránsito entre la Semana Santa y la Pascua, se integró en aquélla. Desde entonces cofradías de penitencia optaron por ese día para procesionar. La liturgia del día establece que no se pueda celebrar la misa hasta que no comience la vigilia pascual (hoy en día se adelanta en algunas iglesias, pero debe hacerse a la medianoche). Es día de luto, por lo tanto. Cristo está muerto. Se conmemora que el Cuerpo del Redentor estaba depositado en el Sepulcro. Si el Viernes fue enterrado, al tercer día fue cuando resucitó, no al segundo.

El argumento del Plan Ibarreche de las cofradías no puede ser más peregrino. “Si sale un Crucificado el Domingo de Ramos, ¿por qué no un Resucitado el Sábado Santo?” dice todos los que lo sostienen, y los que lo aceptan, incluido nuestro cardenal, para sorpresa de muchos. Pues porque hay motivos para ello. La liturgia del Domingo de Ramos es la de la Semana Santa entera. El Evangelio que se lee el Domingo incluye la Pasión y Muerte completa, no la Resurrección. En la Vigilia Pascual o en la Misa del Domingo de Pascua es cuando se lee este pasaje bíblico, el más grande, sin duda, se vuelve a rezar el Gloria, y las campanas repican, no antes.

Ahora se preguntarán algunos por qué sí en cuaresma puede haber Cofradías de Penitencia y no en Pascua. La cuaresma es un tiempo de preparación para la Semana Santa, un antecedente, que tiene mucho más que ver con la Semana Santa que la Resurrección. El Corpus Christi tiene que ver más con la Resurrección que ésta con la Semana Santa.

No vale en una celebración religiosa el saltarse la liturgia, le estamos quitando la motivación principal a la celebración, y las consecuencias que esto va a traer son varias. En primer lugar al incrementarse el número de cofradías el Sábado Santo éste dejará de ser un día apto para un Santo Entierro grande. El del año pasado va a ser el último de la historia, con una (o más) cofradías en el día, adelantarlas media o una hora va a ser imposible. Olvidémonos de más Santos Entierros grandes, que la Resurrección se los cargará.

En segundo lugar se abre la puerta, y una vez abierta, a ver quién la cierra. Primero será el Carmen Doloroso, luego el Sol, luego el Polígono..., ocho cofradías para el Sábado Santo, lo que seguramente provocará que vuelvan a su día, o sea el Viernes Santo, la Soledad y el Santo Entierro. ¿Se imaginan un Sábado Santo abierto por la cofradía del Polígono, siguiendo la del Sol, tercera la del Carmen Doloroso, después los Servitas, más tarde la Trinidad y cerrando (porque eso también lo conseguirá) la Resurrección?

Y ya el remate lo pondrán las hermandades de gloria, que, según me cuentan, una vez sea aprobada la salida de la Resurrección, quieren formar con sus estandartes, a modo del Santo Entierro, a cara descubierta tras el paso del Cristo. ¿Alguien lo entiende? Yo no.

Todo esto, además, se realizará con una simple votación de las cuatro hermandades del día, con la anuencia de Palacio, que se lava las manos, con el silencio cómplice del Consejo, sin que nadie se atreva a decir en público lo que piensan en privado, sin que los cofrades de a pie puedan hacer nada, sin que se consulten a cabildos generales, haya pleno de sección de penitencia o se busque asesoramiento. Por la vía de hecho, metiéndonos en Semana Santa a un paso de gloria que debe (con nazarenos si se quiere) seguir procesionando el Domingo de Resurrección.

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Foto Cabecera: Archivo Serrano - © Arte Sacro 2004