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Opinión. Un tiempo de reflexión. Diputado de Cruces.


Aunque, parafraseando a dos pregoneros, la vida es una semana de nueves días, afortunadamente y gracias a Dios, esa misma vida sigue y, mientras las hermandades sacramentales y de gloria ven acercarse sus días más grandes, las penitenciales vuelven al ritmo normal. Y, lo que es muy significativo, muchos de los que se han acercado a nuestro mundo en los últimos meses han perdido su interés y se han retirado a otros menesteres. Como consecuencia de este hecho o quizás como parte de su causa, ya casi no hay programas de radio ni de televisión dedicados a las hermandades (muchas gracias a los pocos que os animáis a seguir, a pesar de la “disminución en las ventas”, por vuestro esfuerzo y dedicación) y la información en la prensa escrita se reduce a los clásicos (lo mismo les digo a ellos) y a lo mínimo imprescindible, salvo que, claro, haya algún jugoso escándalo que haga correr de nuevo ríos de tinta y ocupar los informativos correspondientes. ¡Ah! Desde luego, aquí seguimos nosotros, al pie del cañón.

Por todo ello, en este tiempo más auténtico y calmado, una vez finalizados los balances de la pasada Semana Santa (sólo ha transcurrido un mes escaso desde entonces, aunque parezca mentira) y con el corazón lleno de vivencias, recuerdos y sensaciones, los cofrades deberíamos dedicarnos, además de disfrutar, ya digo, de la bella intimidad de Glorias y Sacramentales, a reflexionar sobre los problemas que están sobre la mesa y a plantear soluciones para que en la próxima cuaresma no volvamos a las andadas. ¿Por ejemplo? Pues, encontrar una ubicación digna, definitiva y razonable para la Hermandad de la Resurrección; buscar la forma de atender las mucho más que justas aspiraciones de algunas hermandades de vísperas de integrarse en la nómina; resolver de una vez por todas el asunto del Martes Santo, del Miércoles Santo y de algún día más que anda metido en líos; tomar la iniciativa en el tema de la ampliación de la carrera oficial, algo que demanda, además de importantes instituciones civiles y religiosas, mucha más gente de la que se quiere hacer creer. Y, sobre todo, según mi opinión, tratar de recuperar la esencia de nuestras manifestaciones religiosas, convertidas en los últimos tiempos, en parte por nuestra dejadez, sólo en espectáculos folklóricos, para lo que hay que aumentar la formación de nuestros hermanos y conseguir, mediante una información adecuada, que aquellos que se acercan a presenciar dichas manifestaciones (bien procesiones, cultos o actos de cualquier tipo) sepan a qué van y las (y nos) respeten, aunque no compartan nuestras creencias.

Lamentablemente y crean que me da mucha pena escribirlo, no podemos contar para nada de esto con el organismo que debiera llevar la voz cantante en los debates. Me refiero al Consejo General, incapaz de dar un paso al frente salvo para temas de sillas y dineros, siempre a la defensiva, a la expectativa (aunque sea para simplemente oponerse, sin dar alternativas) de lo que diga el Cardenal, el Vicario o el Ayuntamiento y atento sólo a las opiniones de las hermandades de peso. Porque es verdad, hay hermandades de primera y de segunda. Me costaba creerlo, pero este año (como otros) he visto cosas increíbles, rozando el escándalo. ¿Recuerdan lo que les conté de la salida del Cristo de la Corona? Pues, por citar otro ejemplo, miren las fotos que ha publicado esta página sobre la estación de penitencia  (sí, estación de penitencia) de la Hermandad del Cautivo del Polígono de San Pablo al Templete de la Cruz del Campo. Otro peligroso caos de tráfico y ruidos, ante el silencio del organismo encargado de organizar las salidas procesionales de las hermandades que lo forman. Además, pregunten por el Polígono cuantos miembros de ese Consejo General estuvieron presentes en esa muy especial (por ser la primera vistiendo la túnica) estación de penitencia (no apuesten por ningún número más grande que uno y no era el presidente, pues perderán). Y más cosas, que para qué contar (después, llegó el Domingo de Ramos y todo fue distinto, presencia en todos sitios, abrazos, saludos, entrevistas,…).

Ante esta inoperancia, creo que va siendo hora que los cofrades de a pie empecemos a comprometernos con nuestras hermandades en algo más que con la cofradía, ya que, en esta tesitura, todos hacemos falta. Y no esperemos otra vez más a la cuaresma, por favor, que queda casi un año para dar soluciones.

diputadocruces@yahoo.es

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