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Las vestimentas de la Virgen de Araceli. Hoy de blanco


Federico Carrasco y Francisco Javier Segura. Una de los costumbres más extendidas dentro de la generalidad de vestimentas para imágenes de Nuestra Señora es emplear prendas de color blanco o claro para los meses estivales.

Este uso peculiar se aparta de la norma no escrita de vestir a las imágenes con el color correspondiente al tiempo litúrgico. El color blanco también está asociado a la frescura, y lo mismo que se emplea más durante el verano en las personas, también se emplea para las imágenes, quizá en un sentido de humanización que, por otro lado, favorece la conservación de las imágenes en una estación en la que las variaciones de temperatura pueden afectar estructuralmente a las tallas de madera.

En esta imagen, aparece la Santísima Virgen de Araceli en el camarín del retablo donde recibe culto durante todo el año. Este retablo fue donado en 1949 por D. Joaquín Ortiz-Repiso y Cabrera y aunque ahora está colocado a los pies de la nave de la epístola, en sus primeros momentos presidió uno de los ámbitos de la actual capilla de la Hermandad de Santa Marta.

 

La imagen aparece vestida con un terno compuesto de manto de brocado blanco y plata con flores celestes y saya de raso blanco. Este terno fue donado por su actual camarera doña Araceli Rodríguez Cañete y su marido don Antonio Calzado Espada. Esta donación venía a suplir la falta de ropa que la imagen tenía en ese momento. Estamos hablando de la década de los noventa, cuando la reorganización de la Hermandad estaba recién comenzada. Todavía se recuerda a la Virgen en la capilla oscura y con pocos cuidados, vistiendo casi siempre el terno bordado, alternándolo ocasionalmente con uno de tela blanca pintada que quedó fuera de uso poco después por su lamentable estado de conservación.

En el aderezo de la imagen destaca el tocado, dispuesto a tablas imitando las representaciones de la imagen lucentina original de mediados del siglo XIX. Para ello  se empleó un velo de novia de la misma época. Sobre este tocado, la Virgen luce, entre otras alhajas, un collar de perlas que se conserva desde la época de la bendición pero que desde la reorganización no había sido usado para el adorno de

 

la Virgen. La composición del mismo, con perlas muy pequeñas, componiendo dibujos y colgantes, nos habla de la joyería del primer tercio de siglo XX, cuando fue adquirido por la entonces naciente Hermandad.

El resto del aderezo de joyas está compuesto por broches diversos, entre ellos, uno de la Virgen de los Reyes, una cruz traída desde Roma en los días del último Cónclave Pontificio y un rosario de filigrana de plata.

El rostrillo de la imagen se ha realizado con encajes de plata, siguiendo el estilo antiguo de la imagen lucentina. Este rostrillo ha sido regalado recientemente por dos miembros de la Junta de Gobierno y otro hermano.

 

 

 

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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