Jugar con la Semana Santa. Diputado de Cruces
Con todo, es más llamativo lo expresado por el Sr. Presidente del Consejo General advirtiéndonos, según recoge el Correo de Andalucía, que “seguimos queriendo jugar demasiado con la Semana Santa, lo que puede traer otras consecuencias” . O sea, a ver si yo me aclaro: endeudarse pidiendo un crédito para mantener la cuantía de las subvenciones debido a la gestión (observen que no la califico) de sillas y palcos es algo que hay que interpretar como normal y que no va en contra de la esencia y autenticidad de la Semana Santa y, sin embargo, que una hermandad solicite hacer su estación de penitencia como (y a donde) se lleva haciendo en Sevilla hace más de cuatrocientos años, es jugar con la Semana Santa. Yo necesito que me lo expliquen, de verdad. Y la frase de las “consecuencias” es muy desafortunada, Sr. Román. Le pediría que, si usted tiene algo que decir o sabe algo que los demás desconocemos, simplemente lo diga con claridad, que aquí todos somos mayorcitos y sabemos dónde nos movemos y qué hacemos, aunque algunos sigan sin creérselo.
De todas formas, tampoco hay que engañarse demasiado. Habría habido una solución más sencilla para la Hermandad del Polígono: haber pedido hacer estación de penitencia a la Catedral en los días comprendidos entre el Domingo de Ramos y el Sábado Santo y haber tenido algunas garantías de que el tema iba a ser, al menos, considerado con seriedad. Pero es que el Consejo General, que representa a todas las hermandades, entre ellas a las que sí vamos a la Catedral (y, por tanto, todos tenemos un poco de culpa en algo que roza la discriminación), lleva años dando pares y nones sobre este asunto a la Hermandad del Carmen, parapetándose tras el famoso articulito de las Normas Diocesanas que establece el número límite (y que Monseñor parece estar dispuesto a derogar en cuanto se lo pidamos de verdad) y en la idea de que ya no caben, por cuestiones horarias, más cofradías por la Carrera Oficial (de paso, así no tenemos que repartir entre más). Bueno, pues yo creo que sí caben. Este verano, como hacemos muchos capillitas, he estado viendo las grabaciones de la pasada Semana Santa y he comprobado que muchos, muchos, muchos pasos se eternizan en la “santa” Campana: un pasito cortito, un izquierdito, un costerito, una marchita, otra marchita…. En opinión de este diputado (cuyo tramo ha sufrido serios parones debidos a estas circunstancias), eso sí es jugar con (y a la) Semana Santa.
Porque si el problema es realmente el horario, todos podríamos limitarnos a los diez minutos que tiene cada paso para pasar (y valga la redundancia) por la Campana y emplear el tiempo real que nuestros actuales cuerpos de nazarenos necesitan para hacer la Carrera Oficial de manera no agobiada, sin artificiales paradas ni alargamientos innecesarios de cofradías (provocados para conservar los que creemos que son nuestros privilegios) y así conseguir esos minutos extras necesarios para que más hermandades “quepan”. Es decir, todos cedemos un poquito y nuestros hermanos de la Calle Feria, del Polígono o de donde sea, pueden participar con nosotros y como nosotros. Seguro que Él y Ella estarían más contentos, ¿no creen?
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