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Opinión. Dichos y hechos 2012 (I). El Diputado de Cruces


Ahora que ha terminado la Feria, donde se ha hablado y mucho de Semana Santa, quizás llega el momento de hacer un pequeño repaso, siempre desde la muy personal óptica de este diputado, de algunos hechos de los últimos meses. Aquí va.

Pesetismo. Lamentables las declaraciones de cierto alto dirigente cofrade (y parece que posible candidato a la presidencia del Consejo General, miedo me da) calificando de pesetismo que las hermandades de gloria reciban un porcentaje fijo de los ingresos del Consejo, algo  que se podría reflejar en los estatutos que vienen. "¿Ustedes quiénes sois para imponernos una aportación a los que realmente generamos ese dinero?", ha dicho. Ya ven, de la cuerda de los de la mano en la cartera. Hermandad se llama la figura. Harían bien estos dirigentes en repasar los que se dice en el libro sagrado de Los Hechos de los Apóstoles, Capítulo 2, Versículos 44 y 45: "Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno".  Observen que no dice en ningún sitio que los que vendían sus bienes tuvieran derecho alguno a decidir sobre el reparto de lo obtenido.

Cultos poco concurridos. Por no decir casi vacíos. En general y con honrosísimas excepciones, los días de culto entresemana han reflejado una menor asistencia, con muchos huecos en los bancos de los templos. La cosa se ha compensado bastante en los sábados y funciones de instituto, aunque se han seguido viendo esos grupos de gente joven (y no tan joven) apostados en las puertas de las iglesias o en los bares cercanos, a la espera de la llamada para la protestación de fe, donde a todos nos gustan que nos vean. Eso sí, los conciertos y los pregones varios han tenido una mayor concurrencia. Se desploma el mito que establece lo de que las hermandades son las que llenan las iglesias, salvo que nos conformemos con días concretos y con actos no cultuales.

Monseñor y su gente. Las pasadas Cuaresma y Semana Santa han sido tiempos difíciles para el Arzobispo de Sevilla en lo tocante a su relación con las hermandades. Dejando aparte sus ya habituales lapsus y confusiones entre imágenes y títulos (algo puramente anecdótico, pero que empieza a resultar cansino por su repetición y que debiera empezar a ser corregido), dos veces le he escuchado responder, a preguntas de los periodistas sobre dos temas diferentes, diciendo que desconocía el asunto en cuestión y que era competencia de sus colaboradores ("eso para mi secretario", ¿recuerdan?), los cuales, en el caso de la denegación de autorización para el Vía Crucis de Torreblanca, no han estado muy afortunados que digamos, aunque quizás pensaran que seguían las directrices marcadas (un poco de sentido común, por favor). Además, está la para mi no suficientemente bien explicada ausencia en el Vía Crucis de las hermandades, más algunas otras ausencias, como la visita a los templos la mañana del Viernes de Dolores (no sé si alguna más), día de hermandades que necesitan un cariño especial o la no presencia en carrera oficial. Y, para terminar, los saludos del Sábado Santo durante la estación de penitencia del Santo Entierro. No parece que la presidencia del Duelo sea el momento más adecuado para acercarse a los fieles. Y es que hay unos tiempos y unos ritos que debieran ser muy respetados. Soy de los que piensan que la inteligencia es algo que abunda por Plaza Virgen de los Reyes y que en Palacio no se da puntada sin hilo, por lo que, sinceramente, muchas de estas cosas me ponen la mosca detrás de la oreja.

El Obispo auxiliar.  A todos los actos cofradieros a los que siempre ha solido ir el Arzobispo de Sevilla y a los que el actual ocupante de la sede de San Isidoro no acude, va, en su nombre, el Obispo auxiliar. Tuve la suerte de coincidir con él en la mañana del Viernes de Dolores en la visita a la hermandad del Claret. En ese momento, había una gran cantidad de niños en el templo con la natural algarabía y Don Santiago, en vez de arrugar la nariz, lo que hizo fue ponerse a rezar con ellos y a hablarles con una humanidad que realmente me dejó encantado. Es un hombre cercano, que está empapándose de cofradías y que por su trato amable y por el interés que demuestra por nuestras cosas se está ganando  a la gente. Quizás sea esto lo que se pretende. Sí es así, enhorabuena, se está consiguiendo totalmente, pero una pequeña explicación a los cofrades no estaría de más. No somos tan irrazonables, de verdad.

El Alcalde. Insisto en lo anterior. La presidencia del Duelo no es el mejor momento para andar de saludos, sonrisas y otras francachelas. Todo tiene su momento.

Un pregón muy al gusto de los cofrades. Este fue el titular más repetido. Pero yo me pregunto, ¿a gusto de qué cofrades? Vaya por delante lo que ya he escrito en varias ocasiones: cualquier persona que acepta el encargo de pregonar nuestra Semana Santa merece el mayor de los respetos, lo cual no es incompatible con la crítica. Y dicho esto, a mí no me gustó el pregón y me considero tan cofrade como el que más. Aparte de excesivamente largo, algo en lo que concuerda todo el mundo, me pareció que se decían las mismas cosas de siempre y de la misma forma de siempre. Por eso, quizás fue tan del gusto de algunos cofrades. Creo que en la escritura de un pregón no se pueda prescindir de todo lo que se escribe es un hecho muy significativo. Y también fue muy significativo del contexto en el que se encuadró el pregón que el pregonero, cuando sobre la marcha se vio forzado a suprimir texto, eligiera precisamente el dedicado a las hermandades de vísperas. ¡Cómo no había posibilidades para aligerar el texto! Pero, claro, parafraseando a Orwell, aquí todos somos iguales, pero hay algunos más iguales que otros. Y estos algunos son intocables.

diputadocruces@yahoo.es

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