Arte Sacro
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La Capilla de Roca-Amador recupera las pinturas de Domingo Martínez y Gregorio de Espinal, asi como los azulejos de Alonso de Valladares


 Arte Sacro. La rehabilitación integral de la capilla de Roca-Amador, llevada a cabo por la Hermandad de la Soledad en colaboración con la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, ha permitido la recuperación de numerosas joyas pictóricas y cerámicas que habían permanecido ocultas a pesar de encontrarse a la vista en la Parroquia de San Lorenzo.

 Ahora, después de 16 meses de trabajo, se ha recuperado la magnificencia de esta capilla, que empezó a construirse en 1609 y que cuenta no sólo con la pintura mural de la Virgen , del siglo XIV y una de las más antiguas que se conservan en Sevilla (junto con las de las vírgenes del Coral de San Ildefonso, y las de la Antigua y de los Remedios de la Catedral ), sino además recuperar valiosas pinturas murales del siglo XVIII así como la azulejería que cubría la parte inferior de los muros que componen esta capilla, realizados en pleno renacimiento sevillano y de un importante valor histórico.

Los descubrimientos más relevantes en todo este proceso han sido la autoría de las vistosas pinturas murales, que el archivero de la hermandad, Ramón Cañizares, atribuye a Domingo Martínez y Gregorio de Espinal debido a las pruebas documentales encontradas; así como el descubrimiento de un desconocido maestro ceramista, llamado Alonso de Valladares, perteneciente a una de las principales familias de ceramistas de Triana, y que supone, según los expertos en la materia, todo un descubrimiento científico.

 Las pinturas

El profesor Juan Abad ha sido el responsable de la recuperación de las pinturas, tanto de la Virgen como de las murales que adornaban todos los muros de la capilla y que habían desaparecido prácticamente debido a daños estructurales, humedades de capilaridad e infiltración y también a los cambios de temperatura y humedad exterior y de los propios muros. Uno de los principales problemas a los que se han enfrentado los restauradores ha sido la enorme grieta que recorre la capilla con un grosor de hasta 8 centímetros y que ha afectado seriamente a las pinturas además de aumentar la humedad ya existente.

La pintura de la Virgen de Roca-Amador fue realizada XIV sobre un muro de la parroquia con la técnica de pintura al temple sobre un enlucido de yeso. Presentaba múltiples intervenciones posteriores que habían contribuido a su deterioro, según ha explicado el profesor Juan Abad. Así, tenía repintes con barnices de diferentes tipos (muchos de ellos oxidados por el paso del tiempo) y en varios lugares aparecían reparaciones de morteros antiguos. Esta amalgama de materiales provocaba un cuarteado de la película pictórica que, junto con la alteración cromática de los repintes, falseaban el original, también deteriorado a causa del humo de las velas e incluso de las salpicaduras de cera que ha habido que retirar de la parte inferior de la pintura.

La capilla de la Virgen de Roca-Amador es de planta cuadrada y se cierra con una bóveda de crucería que fue decorada en el siglo XVIII. En el muro frontal se desarrolla la escena principal que representa la Presentación de Jesús en el Templo, los arcos tienen una decoración con tondos alusivas a la vida de la Virgen rodeados por guirnaldas y en la bóveda se pintó una decoración vegetal de grisalla sobre fondo azul.

Esta decoración mural se realizó  sobre una preparación de yeso y cola animal y fue pintada con una técnica mixta, probablemente temple y yeso.

Además de la gran grieta que recorre todo el muro donde se encuentra la Presentación de Jesús en el Templo, en la zona central de la escena había un gran embolsamiento  y muchas grietas erráticas de diferente magnitud que habían producido el desplazamiento de pequeños fragmentos de la pintura así como la reposición de morteros nuevos. También se observaban numerosos arañazos y golpes, así como una importante pérdida de cohesión. Las pinturas murales estaban cubiertas por una capa de color pulverulenta que había provocado pérdidas del color. A esto hay que añadir repintes posteriores y reconstrucción de zonas de mortero, que no siempre han respetado la obra pictórica.

 La cerámica

El profesor Alfonso Orce ha sido el encargado de intervenir en la recuperación del zócalo de azulejos cerámicos que cubren la parte baja de toda la capilla de Roca-Amador.

Los azulejos se encontraban completamente desordenados, lo que ha llevado al profesor Orce a considerar que la grieta que recorre la capilla se debió a un gran seísmo. Una vez retirados del muro para su recuperación, se observó que la primera restauración fue muy antigua, datada según Ramón Cañizares en 1719, por los documentos que obran en poder de la Hermandad de la Soledad provenientes de la antigua de Roca-Amador. Un hecho insólito, según Orce, el hecho de que se hiciese una restauración en el siglo XVIII, ya que no se conocen actuaciones similares en esos tiempos.

Pero el terremoto de Lisboa, de 1755, volvió a afectar a la capilla y la parroquia de San Lorenzo fue restaurada en 1757, así como otras importantes iglesias de Sevilla. El deterioro del paño de azulejos se evidenciaba, sobre todo, en la parte central donde se encuentra la grieta, con abombamientos, desprendimientos y roturas. Sin embargo, una vez limpios, no presentaban daños destacables más allá del uso de morteros inadecuados, la suciedad del tiempo y la función propia del uso litúrgico, con ceras, humos y similares.

El estudio técnico realizado por el equipo del profesor Orce ha puesto de manifiesto la existencia de dos manos distintas en la ejecución de los azulejos. Unos, claramente atribuidos a Hernando de Valladares, y otros de un artista original con una pincelada resuelta y un perfilado fluido, armonioso, decidido y personal, con el empleo de un peculiar roleo en forma de espiral  para rellenar los vacíos del fondo del dibujo, que le confieren una estética única y que anuncia en la cerámica trianera el característico horror vacui del manierismo.

Dicho artista ha resultado ser, según las investigaciones de Ramón Cañizares, Alonso de Valladares, de la misma familia trianera, pero con unas características muy particulares y de quien, de momento, no se conocen otras obras en Sevilla. También han aparecido otros azulejos de aristas, datados a finales del siglo XV iguales a los que se encuentran en el sepulcro de León Enríquez en la iglesia del Convento de Santa Paula.

Como caso curioso, el profesor Alfonso Orce destaca el detalle pintado en los azulejos de dos figuras con compás cartográfico que sostienen un globo terráqueo.

En cuanto a la técnica de colocación de las piezas originales fueron realizadas con un nivel técnico muy elevado, escarciladas para ser colocadas a hueso, es decir, quitándole las desigualdades a las piezas manuales en el soporte de arcilla, sin llegar a la capa de esmalte, para que tenga un ajuste perfecto y sin llagas, pegadas con mortero de cal y arena.

La escultura

La recuperación de la capilla de Roca-Amador también incluye la restauración del Niño Jesús de Roca-Amador por parte del profesor Juan Manuel Miñarro. Se trata de una escultura de bulto redondo, de 62 cm de altura, vaciada en una aleación compuesta por zinc, plomo, estaño y antimonio, una mezcla que ya usaban los romanos con el nombre de peltre.

La imagen del Niño estaba originariamente policromada con óleo al pulimento mate,  pero, probablemente a mediados del siglo XVIII, la parte superior del tórax, manos, antebrazos, piernas y pies le aplicaron una nueva policromía realizada al pulimento brillante, precisamente en las partes visibles bajo las vestiduras.

La escultura tenía algunos repintes y retoques en estas partes visibles, con ligeros retoques en el rostro y los pies, pero en bastante buen estado. El problema que presentaba era su estabilidad, ya que estaba torcido a la izquierda, con deformación evidente en las zonas de apoyo debido al material del que está hecho.

La restauración del profesor Miñarro ha consistido precisamente en sustituir la estructura interna por otra de relleno de resina en la mayor parte de los huecos dejados por la anterior estructura y su consolidación a la peana dorada original ya restaurada.

Fotos: Eduardo Fdez. López.










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