Arte Sacro
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San Ignacio de Loyola (ad maioren Dei gloriam)


 Arte Sacro. San Ignacio de Loyola, Iñigo, decimotercer hijo de los Loyola, nació en la casa-torre de tal nombre en 1491. Su juventud transcurrió en gran parte, entre cortesanos de Castilla. En 1512 las tropas castellanas invadieron el Reino de Navarra, expulsando al legítimo rey navarro, de estirpe francesa.

El rey francés Francisco I intentó recuperar el reino navarro, para lo cual mandó atacar el castillo de Pamplona en 1521. Iñigo de Loyola ostentaba el rango de capitán entre las tropas castellanas que lo defendían.

Una bala de cañón francesa lo hirió, destrozándole una pierna y dejando malherida la otra. Habiendo recibido los primeros auxilios de manos de los vencedores franceses, fue trasladado a su casa natal.

Durante la larga convalecencia, le dieron a leer la Vita Christi y la Legenda Aurea –o flos sanctorum, vidas de santos–, a pesar de que él pedía libros de caballerías –novelas–. La lectura de aquellos libros propició la profunda experiencia religiosa y el encuentro con Cristo que experimentó Iñigo en su retiro de Loyola. Su consecuencia fue la conversión de Iñigo.

Renunciando para siempre a los goces y glorias mundanos, dejó su casa natal y, tras pasar una noche en vela en la ermita de Aranzazu, se encaminó a Montserrat con la intención de embarcarse, más adelante, para Tierra Santa y hallar en ella el clima deseado que le facilitara la identificación con Cristo.

Corría el año 1522. En Montserrat, tras una noche en vela ante la Moreneta, se despojó de sus armas y de su vestimenta, que donó a un mendigo. Se instaló después en una cueva de Manresa, en la que vivió durante una año en oración y meditación, sostenido por las limosnas que recogía y, frecuentemente, repartía entre los pobres.

En aquella época tomó las primeras notas, fruto de sus meditaciones, que en el futuro darían lugar a su famoso libro Ejercicios Espirituales, con el objetivo de iniciarse luego en la teología y, avalado por el correspondiente título académico, poder ejercer el ministerio de la predicación de la doctrina católica.

Entre 1524 y 1527 realizó estudios de teología primero en Barcelona y, más tarde, en Alcalá y en Salamanca. No pudiendo esperar a lograr los títulos precisos, se dedicó a la enseñanza de la doctrina tanto a personas particulares como a grupos. Acusado de no enseñar con ortodoxia, tuvo que sufrir en varias ocasiones la privación de la libertad.

Entre 1528 y 1535 continuó sus estudios en París, donde conoció al navarro Francisco de Xavier. Con él y otros compañeros, pronunció en Montmartre los tres votos o compromisos religiosos –pobreza, castidad y obediencia – y añadió un cuarto: el de peregrinar a Tierra Santa o, en su defecto, ponerse al servicio del Santo Padre.

Debilitado en su salud, caminó hasta su tierra natal, Azpeitia, en 1535, hospedándose en el hospital de la Magdalena, a pesar de ser insistentemente invitado a su casa de Loyola. Durante seis meses enseñó la doctrina cristiana a los niños de Azpeitia y a cuantos quisieron escucharle.

Recuperada la salud, entre 1535 y 1537, se dirigió a Venecia, a donde había convocado a sus compañeros, para llegar aquel mismo año a Roma. Allí tuvo la inspiración de denominar Compañía de Jesús al grupo que había fundado con sus compañeros de París.

Aprobada la congregación por el papa Pablo III, recorrió numerosas ciudades italianas predicando la doctrina católica, como prevención de las corrientes provenientes de la reforma protestante. Su lema fue: «Todo para la mayor gloria de Dios –ad maioren Dei gloriam– (cfr. 1 Co 10, 31)».

San Ignacio fue ordenado presbítero en 1538.  En 1550 fueron aprobadas las constituciones de su congregación. Murió en Roma el 31 de julio de 1556.










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