Puerta de los Palos. El Fiscal. Diario de Sevilla. EL 10% de Asenjo.
LA CONJURA DE LOS OTROS
Así eligió la junta superior del Consejo de Cofradías al pregonero de 2009. La cita era el sábado, 8 de noviembre, a las 17 horas en primera convocatoria y media hora después en segunda. Los intentos previos de la cúpula para ampliar el derecho de voto a los consejeros de gloria y sacramentales no fructificaron, por lo que el censo quedaba nuevamente en doce votantes:los cuatro cargos generales y los ocho delegados de penitencia. Previamente a la sesión se celebra un almuerzo en un restaurante de la calle Placentines, rompiéndose la tradición de Las Lapas. En la comida hay dos ausencias reveladoras: José Luis Cantalapiedra y Vicente García Caviedes, que se incorporan directamente a las votaciones. Ambos coinciden no sólo en sus intervenciones clave, sino en vestir americanas de ante. La reunión comienza tarde, en torno a las 18 horas. En la primera nominación de candidatos hay 18 nombres. Figuran, entre otros, los periodistas Antonio García Barbeito, José Joaquín León y Francisco Robles; los abogados Fernando Cano, Ignacio Pérez, hermano mayor del Baratillo, y Enrique Henares; los jovenes Carlos J. Rodríguez Díaz, Rafael Peralta y Lutgardo García, y la ex secretaria de Estado, Amalia Gómez.
Nadie propone finalmente a Los Manolos: Garrido y Lozano. Robles es el candidato del presidente. Con tal objetivo envió a una alta personalidad del mundo de las cofradías a que sondeara la disponibilidad del escritor. Este primer contacto indirecto se produjo telefónicamente el viernes, 31 de octubre, de donde se acordó una reunión en los salones del Hotel Bécquer el domingo siguiente. El resultado de la gestión fue positivo. Robles sólo puso una condición: el pregón de los armaos, que ya tenía comprometido, era indeclinable. Lo pronunciaría sí o sí. Allanado el camino, entró en acción el propio presidente por medio de una conversación telefónica mantenida con su elegido el martes previo a la votación. Arenas realiza todas estas gestiones confiado en que controlará la sesión. Pero se topa con Los Otros. ¿Quiénes son Los Otros? Cantalapiedra, del que hay que recordar que en las elecciones formaba parte del equipo de Heras, y García Caviedes, que entró como tal por decisión digital de Arenas. Los Otros quieren que la fuerza e independencia de la sección de penitencia se plasme en la votación, para lo cual apoyan mayoritariamente la nominación de Pérez. La opción de Robles cae en la primera ronda. El presidente ya tiene su cajonazo. Derrotado a las primeras de cambio en el intento de sacar a Robles, Arenas muy probablemente se acuerda ante semejante espectáculo del célebre Conde de Romanones, aquel que rompió en mal hablado cuando descubrió que ninguno de los que le había prometido el voto para entrar en la Academia había cumplido su palabra: "¡Joder, qué tropa!" El momento clave se produce cuando quedan sólo cinco nombres, entre los que figuran Barbeito, Henares, Pérez y Cano. El presidente toma la palabra y, sin citarlo y de forma elegante, deja entrever que la nominación de Pérez no es la más idónea. El presidente trata de reorientar la votación en favor de Barbeito. Consigue el objetivo de apartar de la carrera a Pérez, que de empezar ganando con claridad acaba descartado antes de la final. La tensión es patente.
Tan es así que Cantalapiedra, indignado por la sutil pero directa y eficaz intervención presidencial, se levanta de su asiento: "¡Yo me voy!" Alguien responde raudo: "Pues cierra la puerta". Al poco, el ex hermano mayor baratillero regresa y explica que había ido a por agua para tomarse una pastilla. El presidente tercia para recuperar la calma: "Señores, vamos a tomar un cafelito y unos pasteles". Algunos se levantan al aseo, otros a los despachos. Mientras, Cantalapiedra se dirige a los delegados de penitencia y les insta a votar con libertad de criterio y a despegarse del dictado presidencial. A partir de entonces, casi todos los delegados de penitencia hacen suyo el nombre de Henares frente al de Barbeito, avalado por Arenas y sus leales. El periodista sólo había sido sondeado con anterioridad de forma indirecta. Arenas nunca lo tanteó personalmente. La final se resuelve con 7 votos para Henares y 5 para Barbeito. Los cinco sufragios son los de los cuatro cargos generales y el delegado del Lunes Santo, Claudio Espejo, el único delegado de penitencia que apoya al presidente. Todos los demás hacen triunfar la conjura de Los Otros, promovida por Cantalapiedra y Caviedes, que consiguen romper los pronósticos de la cúpula dirigente. La dura realidad es que unos y otros han jugado a una guerra de poder al promover y vetar a candidatos. El Consejo queda fracturado.
A un lado, el presidente con sus tres cargos generales y un delegado de penitencia. Enfrente, Los Otros. Dos delegados de penitencia que votaron a Henares le piden disculpas al presidente al saber de su enojo. Alegan que no eran conscientes de la trascendencia de las maniobras. Arenas se acuesta tras haber realizado, al menos, un par de llamadas. Una de ellas era obligada.