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Opinión. Y al final, no llovió. El Diputado de Cruces.


Mal está lo que mal empieza y peor acaba. Y, además, se veía venir. Pasada una semana del evento, ya hemos leído y escuchado a todos los protagonistas y hemos tenido el tiempo suficiente para reflexionar sobre todo lo ocurrido. Lo más terrible es que seguimos oyendo y leyendo, incluso de destacados personajes de este mundillo, que el Vía Crucis se suspendió (ayer mismo, en la columna de un conocido periodista). Si malo fue que el presidente no elegido del Consejo y muchos de sus consejeros, importantes periodistas especializados en estos temas, influyentes (por sus cargos y protagonismo) cofrades y hasta altos miembros de la curia, hablaran ese domingo, con insistencia machacona y elevado grado de inconsciencia, de "la suspensión del Vía Crucis", que todavía, a estas alturas, alguno siga insistiendo en el tema.... El Vía Crucis del Año de La Fe nunca estuvo en peligro de suspensión y, de hecho, se celebró con toda solemnidad y recogimiento donde siempre debió hacerse, en el interior de  la Catedral, marcando un hito en la vida eclesial sevillana.

Pero el problema, para algunos (bastantes), es que no salieron los pasos y no pudieron "disfrutar" de esos momentos únicos e históricos que presentían. Desde el principio, una maravillosa idea como era la de celebrar el Año de la Fe convocado por el Papa rezando un Vía Crucis con la participación de todos los estamentos e instituciones de la Archidiócesis, se vio empañada por ese absurdo miedo de que los fieles no acudieran. Al final, fueron los que, en cualquier caso, iban a ir y, curiosamente, debido a las inclemencias meteorológicas, más y en mejores condiciones (porque, de haberse realizado lo organizado, muchos de esos fieles se hubieran tenido que pegar la paliza, madrugar y espabilarse en palabras de Monseñor, para seguir el culto bastante peor que lo hicieron en el interior de la Catedral). Para evitar ese temido "vacío" se intentó conseguir un acto multitudinario en base al "tirón devocional" de las imágenes sevillanas y, luego, todavía mejor, a algún "lumbrera" se le ocurrió que con los pasos (y, de paso, valga el juego de palabras, que los gastos corrieran de parte de las hermandades). Los pasos en Sevilla son para lo que son y las hermandades también. E intentar organizar un acto de este tipo conjunto muestra, o bien un enorme desconocimiento de las mismas, algo que no me creo, o bien un intento de llevarlas a la fuerza por un camino que no es el suyo.

Me explico. A las hermandades se nos llena la boca con esa palabra, hermandad, pero a la hora de la verdad.... El acto del domingo 17 tenía mucho de conjunto y, por ello, necesitaba de un "mando" común que tomara las decisiones adecuadas (especialmente si el día se presentaba como lo hizo) y no de la diversidad de catorce posturas, cada una con sus peculiaridades, máxime cuando existía el acuerdo previo, que nunca debió de tomarse (ni aceptarse), que un sólo "no" a la salida dejaba todos los pasos en el templo y se sabía que varias de las hermandades participantes no estaban muy de acuerdo con el formato que había tomado el asunto (y no habían tenido el "valor" de declinar la invitación). Pero, éso, en Sevilla, en el mundo de las hermandades, es imposible. Nadie está dispuesto a renunciar ni a un ápice de "autonomía", aunque sea en pos de algo tan grande como lo que les ocupaba. Fíjense que la cosa llegó incluso hasta la falta (como mínimo) de respeto de hacer pública una decisión negativa (que conllevaba, por tanto, la suspensión de todas las demás salidas) antes de que algunos cabildos pudieran, siquiera, reunirse. Y, por supuesto, ni Palacio (en esto, como en otras tantas cosas, no miren sólo a Monseñor, por favor, aunque él tenga, por su cargo, la última responsabilidad) ni el Consejo quisieron en ningún momento tomar el peso de ese mando común, pasándose de unos a otros las pelotas de la toma de decisiones, como demostraron los hechos acaecidos en esa mañana y en los días previos, escudados, cada uno,  en presuntas faltas de competencia.

Y al final de todo, un desquiciado Consejo General, con un presidente, unos cargos y unos consejeros haciendo cada uno la guerra por su cuenta, apoyando y no apoyando, según conviniera, diferentes posturas, incapaces de mostrar una imagen de unión, aunque fuera ficticia, de convencer a nadie ni de imponer un mínimo de autoridad para lograr la cordura, convocando reuniones que luego resultaron faltas de contenido por la "rebeldía" de las hermandades y dejándonos para la posteridad una serie de declaraciones que sonrojan al más pintado. Habría que pedirles un último servicio, que se vayan inmediatamente después de Semana Santa y que dejen el paso a otros que quizás puedan traer ese aire fresco tan necesario para la renovación de la institución, aunque supongo que para alguno será muy duro de sobrellevar eso de que no te inviten a los bancos reservados en las funciones principales de cultos o que no te den una vara de presidencia en los traslados, Vía Crucis, Vía Lucis o Rosarios de la Aurora. Y, ojo, nadie les niega su trabajo sin compensaciones dinerarias (pero con muchas compensaciones de las otras, las honoríficas y de figureo), pero es que los resultados del mismo a la vista están.

Todo lo ocurrido en estos días alrededor del Vía Crucis del Año de la Fe ha hecho mucho daño al mundo de las hermandades. Y, conste, que no todo por culpa de ellas. Mejor haberlas dejado organizar un acto según sus cánones (léase, un Santo Entierro Magno, que los que participan en la Vigilia Pascual lo van a hacer haya pasos o no en las calles y los que no, no, haya pasos o no en las calles) que meterlas en un formato que no es el suyo. Se ha provocado división, enfado, enfrentamientos, malestares. Y mala imagen, que en los tiempos que corren y con tanto enemigo al acecho, también tiene su trascendencia. Esperemos que seamos capaces de sacar algo positivo de todo ello, alguna enseñanza que nos sirva para el futuro, porque me temo que, esta vez, no bastará con sólo pasar página.

Nota Final: Algún lector dirá: Y de lo de Torreblanca, ¿no va a decir nada? Pues sí, pero creo que ese asunto tiene un mayor trasfondo que simplemente ensañarse con una decisión equivocada de una hermandad joven (como se ha hecho desde casi todos sitios) y, por ello, merece un análisis más profundo y un poco más de espacio y tiempo en los próximos días.

¡Ah! Y, al final, no llovió. ¡Hombres de poca fe!

diputadocruces@yahoo.es

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