Arte Sacro
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A través del antifaz. El milagroso puente de los justos. Alberto De Faria Serrano


El Valle del Arroyo del Cedrón es uno de los parajes más sagrados de la Jerusalén antigua por su situación entre el Monte del Templo y el Monte de los Olivos. En este monte se encuentra el cementerio judío más antiguo del mundo, donde la leyenda cristiana cree que comenzará la resurrección de los muertos cuando llegue el Mesías. Según la leyenda, un puente milagroso cubrirá el valle en el fin de los tiempos, puente por el cual pasarán los justos camino del Monte del Templo.

Por ese mismo puente, precisamente el Redentor fue humillado, A su cruel suerte abandonado.. Por su compasiva misericordia, se nos muestra desolado. A su violento prendimiento traicionado. Por su digna mansedumbre, comparece de dolor atravesado. A su vil y bárbaro destino, sentenciado. Por la leal y amarga obediencia al Padre Eterno, extravía su dulce mirada resignado. A su lacerante martirio se entrega traicionado. Por su bendita y enorme humildad se le presume abatido y extenuado. A su ominoso e injusto cautiverio entregado. Por su magnánima y divina providencia nos revela su rostro desconsolado. A su dramático y convulso apresamiento por el puente zarandeado. Por la ruda guardia aramea, que en Nervión le rinde honores, en su íntegro hombro aparece golpeado.

Los suyos, los que son sangre de su propia sangre, le intimidan, golpean y casi lo asesinan pretendiendo arrojarle al vacío. Por eso su rostro se percibe como se siente repudiado. Como se sienten los que son hoy rechazados por su condición diferente, por ser señalados. Por ser marginados. Por ser definitivamente marcados. Ellos son día a día, arrojados el vacío social de la indiferencia y al infierno moral de la anulación como seres humanos.

Y sin embargo, para ellos existe Esperanza en la mansedumbre de la tierna y transida mirada de dolor del Redentor de Ciudad Jardín. Para todos, se revela horizonte de paz en la gigantesca dignidad de la efigie portentosa de Navarro Arteaga. Sin ningún ápice de desconsuelo, se presenta abierto de par en par el milagro certero que cruza del Monte de los Olivos de San Juan de Dios al del Templo de los Justos fieles Esperanzados en la gloria futura y eterna de la penitencia y la salvación.

A diecinueve atardeceres para que el Shofar anuncie la zozobra de sus inquietantes amenazas por la silenciosa  y poderosa presencia de la Esperanza.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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