Ya queda menos. La venia de la ceniza. Alberto de Faria Serrano.

Por la angostura del tiempo y de la memoria ha igualado la cuadrilla de tus sueños y hoy, con los que tanto añoras, hacéis la mudá definitiva hasta el Templo.

Te has anudado la faja a la de sus recuerdos y ceñido a tus sienes, el repertorio sentimental de las marchas que ya balbuceabas yendo de la mano de tus padres. Las mismas que hoy te asaltarán en medio de la reunión de presupuestos, en la transacción con tu mejor cliente o mientras resuelves una derivada o lees a Aristóteles con desgana.

Mirarás sin azar por la ventana. Te frotarás con avidez la yema de los dedos antes de echar mano a las estampas de tu cartera. Adivinarás con claridad el olor a cera quemada que llevas eternidades incrustada en tu alma joven pero bien aleccionada. Más que el cielo azul que nos anticipa el tiempo mejor y nos avecina la gloria morada, divisas en el horizonte ese mágico anhelo que te bulle por las venas desde hace once meses. Ese instante para el que tienes reservada la mejor de tus galas nazarenas, la más esplendida de tus sonrisas y el más inquebrantable de tus compromisos.

Un escalofrió inaprensible puede que te recorra de cartón a sandalia por que precisamente ese es el regalo que te tiene aguardado en casa quién te trajo al mundo. Y esas mismas lagrimas derramadas, como chisporroteos de la candelería del palio que ya se mece cada vez que cierras los ojos, se transfigurarán día a día en mecías  tan cortitas, breves pero intensas,  como las que nos quedan por vivir hasta las Hosannas.

Hermano;  ya es tiempo de honrar el espíritu de los que te precedieron, extendiendo su lección entre los que te rodean. Es tiempo de afrontar el camino que Ël y Ella nos señalan. Hoy la ceniza en la que Ellos se trasmutaron, es la señal que solicita la venia para entrar en nuestro reino mas sagrado. Desde hoy, ya nada carecerá de sentido y todo sentido estará repleto de símbolos y de razones. De marchas y de oraciones. De vigilias y de ilusiones. Venia concedida a la Cuaresma. Que poquito queda.

Foto: Francisco Santiago