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Opinión. Las competencias del Consejo General: suma y sigue. Diputado de Cruces


Con su inacabable ingenuidad, este diputado ha estado esperando alguna declaración de los cargos del Consejo General. Quizás, pensé, con motivo del almuerzo del pregón, se diría algo. Y sí, se dijo algo. Para ser exactos, el Sr. Román pidió para las hermandades “su sitio y su espacio” y, aunque fue debidamente contestado por fray Carlos, yo no tengo más remedio que plantear una pregunta en voz alta: ¿a qué hermandades se refería?

Todo este preámbulo viene a cuento de uno de los momentos tristes, otro más, que hemos vivido esta cuaresma. Me refiero a la salida del víacrucis penitencial de reglas de la Hermandad del Cristo de la Corona desde la Parroquia del Sagrario, una salida que fue un auténtico caos. Como les digo siempre, corríjanme si me equivoco: ¿es la Hermandad de la Corona una hermandad de penitencia, entroncada en la sección de penitencias del Consejo y representada por éste? Porque a mí me parece que sí.

Todavía resuenan en nuestros oídos las ofendidas palabras que hace menos de dos semanas se pronunciaron desde el Consejo General a raíz del asunto de la Hermandad de la Resurrección. Entonces se habló de dignidad, de salvaguardar la independencia del Consejo frente a las injerencias de otros estamentos y se dijo muy alto y claro que sólo al citado Consejo compete la organización de las procesiones de nuestras hermandades. Pero, claro, se les olvidó algo. No dijeron que ellos sólo pensaban en las que pasan por carrera oficial y, por tanto, generan los ingresos que tanto les gusta administrar (algo que, es justo reconocerlo, hacen a la perfección, créditos aparte). Para el Consejo General de sillas y dineros parece que sólo existen las hermandades que procesionan de Domingo de Ramos a Sábado Santo.

Si no es así, no se explica que el único organismo encargado, según han repetido hasta la saciedad, de organizar las salidas procesionales no tomara las medidas necesarias para que la del Cristo de la Corona tuviera lugar entre el silencio y el respeto debido a la imagen, a la hermandad y  al público que la presenciaba. En lugar de eso, ruidos de coches y autobuses pasando por la Avenida, con el consiguiente peligro para la muchedumbre allí congregada y las protestas de las personas a las que éstos les impedían ver la salida. Por lo visto, a nadie se le ocurrió que era necesario cortar al tráfico esta calle (algo que, por cierto, ocurre cada vez que cualquier colectivo, con o sin autorización, la utiliza para llevar a cabo sus seguro que muy justas protestas) para que la salida transcurriera con el orden debido. Y, por lo que me cuentan (yo estuve en la salida), la cosa no mejoró posteriormente.  Mención aparte merecen los efectivos allí desplazados de nuestra nunca suficientemente bien laudada Policía Local que actuaron con la habitual arrogancia y prepotencia que suelen usar para hacer cumplir la legalidad a los cofrades (recuérdese el reciente asunto con los hermanos de las Siete Palabras que cometieron el tremendo delito de limpiar la plata en la calle) y que tanto echamos de menos cuando tiene que enfrentarse a las botellonas o a las manifestaciones no autorizadas.

Seguro que me dicen que todo el asunto era responsabilidad de la hermandad. Claro, como le pasa a las Glorias o a las Sacramentales, que se tienen que encargar ellas mismas de todo. ¡Si este diputado les contara las de veces que ha tenido, junto a otros habituales, que ocupar la calzada para ayudar a la salida o al tránsito de alguna de estas hermandades! Pero como no pertenecen al grupo selecto de las cincuenta y seis (la Resurrección tampoco cuenta demasiado, no se crean y si no, pregúntenle a sus nazarenos, que más de una vez han tenido que sortear coches y camiones en su recorrido y este diputado es testigo de ello), o sea, no generan ingresos, pues nada, no se habla con el Alcalde, ni se presiona a ninguna autoridad (académica o no), ni se mantienen reuniones de seguridad con nadie…. Que se las compongan como puedan.

Por todo ello, ¿todavía le extraña a alguien que las llamadas Hermandades de Vísperas pretendan, en cuanto ven la más mínima oportunidad, ir a la Catedral y formar parte de la nómina de la Semana Santa? Es como un  ascenso a primera división. En serio, es una cuestión de dignidad, de reconocimiento y no, como mantienen algunos, de dineros. Porque, aunque a Monseñor no le guste, para el Consejo General parece (y escribo parece ya que sólo saco conclusiones de los hechos que están a la vista; como también he dicho alguna vez, si hay más información, por favor, dénnosla, háganla pública, que éso será bueno para todos) que hay dos tipos de hermandades bien diferenciados: las que procesionan de Domingo de Ramos a Sábado Santo (la auténtica Semana Santa para la ortodoxia, aunque el pregonero haya hablado de nueve días) y todas las demás. ¡Y así nos va!

diptadocruces@yahoo.es

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