Ya queda menos. Pureza celeste en el Atrio. Alberto de Faria Serrano

Las claras del día se adormecen con el despertar perezoso de las tórtolas del parque. Una sombra de terciopelo se difumina aun entre las escarpadas enredaderas de las cintas de su capa por el Callejón del Agua o la esquina de la Plaza   Doña Elvira; la pandereta le delata; acaba de concluir apto cum laudem el examen del amor en compañía del hermano americano. Hay como una templanza en el aire que se remansa a cada paso. En la Plaza Virgen de los Reyes, las filas se agolpan en dos direcciones contrapuestas pero  que convergen en un mismo destino; honrar a Santa Maria de la Sede Concebida Sin Mancha y su Dulzura Anunciada. Unas plumas infantes se pierden por las Puertas del Baptisterio. Seguro que eres tu quién con sigilo  se las abres. El muy noble y muy mariano Arco del Postigo adquiere hoy rango basilical y Dos de Mayo y Almirantazgo son sus naves purificadas con ese rancio,  entrañable e invisible incensario de los calentitos. Así es Sevilla, Así es su estampa.

Por la Avenida desconocida, desembocamos en Tetuán abajo y por O´donnell, se presagia el aura celeste del gozo en el Cielo abierto  que anuncia los clarines que, como la antigua Calle de las Armas, envuelven los balcones y ventanales del Atrio; el Sol en todo lo alto; los heraldos celestes, expectantes, hacen su simbólica doble genuflexión, mientras los primitivos aguardan ya en el patio de butacas. Prendido con nuestros Corazones el Cirio Votivo. Asida con nuestras recias manos la Espada. La Bandera Blanca es nuestra Fe mientras suena las coplas de Miguel Del Cid. En la memoria el recuerdo de aquellos que ya se cobijan bajo el manto de la Inmaculada del Alma Mía. En el ambiente se palpa la serenidad del gozo contenido de la felicidad consabida en el rostro de  hermanos fieles, devotos unidos por las 5 cruces en Jerusalén en el pecho o en el corazón. Unidos por la devoción a la Purísima Concepción. Unidos por la Madre Concebida sin pecado original. Unidos por ti,

Allí estás delante. Radiante, con tus mejores galas, rodeada de todos los que te acompañamos en el día que nos anuncias tu Pureza; en el día que renovamos el voto y la promesa cumplida; en el que anhelamos estar mas cerca que nunca para besar tu mano inmaculada.; como se besa a una madre cuando te hace un regalo especial. El mejor regalo de toda la vida; el regalo de tu desvelo permanente, el presente de tu rosa constante. Y siempre el azahar anhelante. Como cada Madrugá, Gloria en San Antonio Abad. Ya queda menos.

Alberto de Faria Serrano

Foto: Francisco Santiago