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Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp: «El Pregón de Semana Santa es un servicio más que tengo que prestar». Fernando Carrasco. ABC Sevilla


Sacerdote y pregonero de la Semana Santa de 2006

-¿Se esperaba vivir lo que ha vivido desde que fue nombrado pregonero?

-En principio sí. Tenía cierta idea de lo que significa para Sevilla el Pregón de Semana Santa. Sabía que las hermandades suelen dar un sitio preferente al pregonero y tienen detalles que no suelen compartir con otro tipo de personas. Me siento honradísimo aunque en la recta final el cansancio se ha notado.

-¿Qué acto le ha llamado más la atención?

-Sin dejar de lado los clásicos, como el de la bajada de la Macarena, me quedo con cosas muy sencillas que han sido muchas veces improvisadas. Y agradezco muchísimo todos los cuadros, bustos, reliquias, trocitos de madera de una restauración de un Cristo o una Virgen, medallas, pañuelos, trocitos de costales... me quedo más con detalles que han salido sobre la marcha.

-Todos esos regalos los tendrá en casa.

-En casa, en casa. Espero que no pretendan que cargue con todos ellos al atril, si no voy a parecer un camión de transportes. Además, no voy a llevarme nada personal mío. No creo en ese tipo de suerte. Sin embargo, sí me llevaré una medalla que me ha regalado el pregonero universitario. Se trata de una medalla de la Milagrosa.

-¿Es el momento de dar el Pregón de Semana Santa para Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp?

-Concibo el Pregón como algo intemporal, de modo y forma que las circunstancias son distintas cada año y el Consejo tiene que responder a unas expectativas que se abren. Hablando con mucha gente que tiene experiencia en pregones, yo tengo un bagaje distinto, tengo una vida distinta, con unas circunstancias personales, por ser sacerdote, distintas. Supongo que todas esas características que en mí se dan han sido las que han decantado al Consejo para elegirme pregonero.

-Ha dicho por activa y por pasiva que va a pronunciar un pregón, no una homilía.

-Ha sido la pregunta más repetida. A los curas nos hacen siempre las mismas preguntas los que se encuentran más alejados de la Iglesia: por qué los curas no se casan; por qué el Vaticano tiene tanto dinero; por qué las mujeres no son curas... uno tiene ya aprendida la respuesta. Lo mismo que con esa pregunta: pregón o sermón. Yo no llego tarde al mundo de las cofradías. Para mí ha sido una vivencia personal y familiar desde mucho tiempo. Sé perfectamente lo que es un pregón. Todo lo que pueda tener en tono de predicación, pienso que hay sitios para nuestras hermandades donde se tienen que dar los sermones: en los cultos y funciones principales, donde precisamente se tendría que pelear la gente por entrar tanto como a un pregón.

-Un pregón es el anuncio de la Semana Santa, que conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Por lo tanto, también tiene una parte de evangelización. Y en usted se une la condiciones de pregonero y de sacerdote.

-Me le leído muchos pregones y en todo he descubierto que siempre hay una llamada de atención a una vida de caridad vivida con mayor autenticidad; a una unidad entre los hermanos. Pero en la parte más reflexiva que debe tener el Pregón, leyendo y releyendo pregones y comparándolos con el mío, al atril se han subido más curas que yo sin tener condición sacerdotal. Yo, desde el inicio del Pregón, ni maquillo ni disfrazo mi condición sacerdotal. En primer lugar porque voy vestido de cura y en segundo, aún cuando muchos piensen que el Pregón es lo mejor que le puede pasar en la vida, yo no antepongo mi condición sacerdotal al Pregón. Para mí lo más importante que me ha ocurrido en la vida es ser llamado por Dios y ordenarme sacerdote. El Pregón es un servicio más que tengo que prestar.

-Siempre suele preguntársele al pregonero que si la prosa, que si el verso. Supongo que eso lo habrá tenido en cuenta.

-Yo empecé diciendo lo que no había hecho a lo largo de mi vida, ante la inesperada designación. No había hecho un pregón en mi vida, cosa que otros compañeros tienen en su currículum; no había escrito una poesía, aunque soy sensible a ella y he leído mucha. Yo espero que la gente descubra el tono de mi pregón cuando lo vaya diciendo. Sí puedo decir que va a tener de todo y no va a ser sólo un texto poético-narrativo. Creo que tiene momentos de pellizcos importantes.

Desnudar el alma

-Eso suena a prosa poética...

-Tal vez sí. Es importante que uno de los alicientes que tenga el Pregón sea que, precisamente por ser una exaltación, llame a la emoción vivida en nuestra Semana Santa y en las imágenes que la componen. El pregonero desnuda su alma cofradiera que lleva dentro, lo que ha guardado desde pequeño: momentos, esquinas donde ve a sus imágenes; donde recuerda a sus seres queridos que ya no están, donde va uno acompañado de personas que, ahora, por enfermedad ya no están; donde se vibra ante la fuerza de un capataz que está llamando a los costaleros: ese llevar al cielo a la Virgen o al Cristo... todo esto se vive con tanta emoción que cuando uno lo cuenta como pregonero ahí llega el pellizco. A lo mejor mis experiencias no son las de otros cofrades, porque cada Semana Santa es diferente. Creo que habrá momentos en los que la gente se sentirá identificada y otros en los que simplemente verá que estoy contando esa historia íntima del pregonero que sólo él conoce y que no ha compartido.

-En el aspecto formal del Pregón, ¿qué es a su juicio lo que no debe tener un pregón?

-Mi hermano Javier, que es un gran cofrade y con el que he compartido muchas cosas del Pregón, me dijo: «no vayas a echar una bronca». Las hermandades están acostumbradas a que los sacerdotes, desde los púlpitos, les riñamos. Un pregonero no viene a reñir. Para eso están las juntas de gobierno, para hacer correcciones fraternas a los hermanos.

-¿Debe entrar el pregonero en las cuestiones de actualidad que se generan sobre todo en Cuaresma?

-El pregonero puede ser un portavoz privilegiado para que estos temas se le den la importancia que tienen. Tampoco creo que el pregonero tenga que ser el inquisidor o el eje de la perfección. También el pregonero es débil y a lo mejor aquello que está denunciando, dependiendo de la clase de pregón que sea, él tiene que ponerse como ejemplo y no como inquisidor. Aunque yo no me pongo como ejemplo de nada.

-¿Le sorprende la cantidad de información sobre cofradías?

-Me sorprende desde el punto de vista de que ahora estoy conociendo a las hermandades como antes no las conocía. En su vida, a nivel interno, para la prensa y para muchas personas que vierten su opinión sin tener todos los argumentos para sacar una conclusión clara, parece que en cierto modo se falta al respeto a aquello de lo que siempre se ha hablado. Igual que en las familias, en las hermandades los trapos sucios se deben lavar en casa. No hay una hermandad, como no hay una familia, en la que no haya sus diferencias. Muchas veces, por exagerarlas o por ponerlas en el ámbito de la noticia vamos arrugando un poco nuestra Semana Santa y reduciéndola a aspectos accidentales que me parece triste que sean los que marquen una Cuaresma y una Semana Santa que tiene siglos de historia.

Todas las hermandades

-¿Va a nombrar a todas las hermandades?

-Las nombro a todas. Es un auténtico encaje de bolillos. Y no lo he hecho por contentar a todas ni nadie me lo ha puesto como condición.

-¿También las de Vísperas?

-Son hermandades de penitencia e iguales a las que hacen la Carrera Oficial. Para el pregonero no tiene que haber diferencias. Anuncio la Semana Santa de todos.

-Las hermandades a las que pertenece el pregonero parece que se sienten con el derecho de tener trato preferente.

-Hay un sentido de pertenencia, que es lógico, con las hermandades a las que uno pertenece desde pequeño y si el Pregón tiene que tener un componente familiar y cercano, es normal que a la hora de contar tu historia y expresar lo que has vivido tires de esa herencia preciosa en las hermandades. Igual que mis padres están orgullosos de que su hijo sea el pregonero, las hermandades a las que perteneces se sienten felices al ver que uno de los suyos va a pregonar la Semana Santa.

-¿Qué es lo que ha sido más difícil de plamar?

-Precisamente aquello que es más íntimo y personal. De llevarlo en secreto en tu corazón, ahora es un secreto a voces que se descubre y que se canta a Sevilla. Los sentimientos son difíciles de expresar por sus componentes emocionales. Al contarlos, es muy difícil que la gente sepa cómo se sentía el pregonero, cómo los estaba viviendo y uno lo intenta expresar de la mejor manera posible.

-¿Qué le gustaría que quedase en la memoria de la gente que escuche su Pregón?

-Yo he insistido estos días en que una de las asignaturas pendientes que hay ahora mismo en nuestro mundo, en nuestra Iglesia y en nuestras hermandades es el valor del testimonio. La gente necesita testigos porque las palabras ya le cansan; la gente sabe perfectamente lo que sacamos a la calle. Hay veces que con el testimonio de la estación de penitencia; el testimono de hablar públicamente y de no esconder un afecto que se tiene cuando uno mete a Dios en la familia pero también en el trabajo, en las reuniones de amigos; cuando uno no se corta ni se muerde la lengua porque se avergüenza y no quiere hablar de Dios en ciertos ambientes; si ese testimonio se hace presente en la vida y en las obras de los cofrades, a lo mejor la Semana Santa sería distinta y la gente no estaría tan pendiente de un día que se cambia, un itinerario que es distinto, unos árboles que están incordiando el paso de una cofradía o de un problema con las sillas y los palcos.

-Ese testimonio se presupone...

-Si empezáramos a movernos en el campo del testimonio, y yo quiero que mi pregón pase simplemente como el de alguien que quiso ser testigo privilegiado, a lo mejor muchos de los que nos comprenden o nos critican por que nuestras vidas y obras no van a compañadas de las palabras, nos verían de otra forma. Porque la Semana Santa no son sólo los pasos, las imágenes que ha gubiado un escultor; no son sólo los enseres o la problemática de un hermano mayor con el presidente del Consejo, o el número de hermanas nazarenas. Hay un valor mucho más profundo en la intimidad de un nazareno, en la penitencia que está haciendo, en la oración que el silencio expresa, en la ilusión de un niño que por primera vez se pone un capirote... la Semana Santa es un sinfín de cosas tan humanas que, precisamente desde lo humano es como se trasciende a lo divino.

-¿A cuántas personas les ha leído el pregón?

-A los cargos generales del Consejo de Cofradías y, a grandes rasgos, al cardenal, así como a dos personas de mi confianza.

-¿Y qué opinión les ha merecido?

-Les ha gustado mucho. Y, sobre todo, me han apoyado y han creído en el material. Lo que más han destacado es que el Pregón tiene mucha verdad. Esto es curioso porque algunos, no diré nombres, después de escucharme, me han preguntado: «¿Y esto quién te lo ha escrito?». Gracias a Dios, puedo decir bien alto que no es así.

-¿Se lo sabe de memoria?

-Lo grabé en CD y lo tengo en el coche. Lo escucho una y otra vez. No me lo he aprendido de memoria pero sí se me ha quedado.

-¿En casa no le han dicho que lo lea?

-Nadie de mi familia me lo ha pedido. La familia es un referente, es donde tenemos nuestras raíces y el Pregón supone una vinculación importante con mi familia. Se puede decir que es un regalo para ellos. Y nadie va por ahí enseñando antes de tiempo un regalo. Lo abrirán el día 2 de abril.

-Es usted el tercer sacerdote que pronuncia el Pregón de Semana Santa...

-Me parece todo un signo. Qué valor que nuestras hermandades cuenten con un sacerdote para dar el Pregón. Y qué casualidad que este mismo año también sean sacerdotes los pregoneros de Alcalá de Guadaíra, Fuentes de Andalucía, Jerez y Puerto de Santa María. Será por algo...

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