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Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp: "Los sevillanos vamos poco a misa". Carlos Navarro Antolín. Diario de Sevilla


Hay una frase que es la que más repite en dos horas: "Me alegro de verte". En 1999 dijo su primera misa. A ella asistieron los tíos del Rey. Doña María de las Mercedes le envió un regalo con tal motivo. Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp (Sevilla, 1973) comenzó a escribir el Pregón el domingo posterior a su designación como vocero oficial de la Semana Santa. Aquel día escribió una primera frase que nunca ha querido cambiar. Concluyó la redacción en Navidad. Reconoce que ha tenido dos ayudantes a la hora de pulir la redacción. Pidió ayuda porque le preocupaba la sintaxis y la expresión como a un prioste meticuloso la perfección de un monte de lirios. Y también le inquietaba que su texto no pareciera una homilía ni por asomo: "Me han dado tanta caña con que si iba a pronunciar un sermón que quería salir de dudas". Este cura es tan capillita que así lo demuestra una circunstancia muy curiosa del Pregón de 2005: "El año pasado estuve mendigándole una entrada al presidente del Consejo, Manuel Román".

Luce una chaqueta de terciopelo azul carretería, regalo del sastre José María O'Kean. Para conocer el arraigo cofradiero de este joven sacerdote hay que buscar las razones de su viculación con sus cuatro hermandades: "De la Quinta Angustia es toda la familia Marañón Giménez de Aragón, que es la de mi abuelo y la de mi bisabuela. Todos los Sánchez-Dalp que hay en la Quinta Angustia lo son por Marañón. De la Macarena somos todos los Sánchez-Dalp. La Virgen de la Esperanza tiene un manto regalado por mi abuelo, y unas jarras de azucenas de oro que las lleva en el paso... Del Amor soy hermano por mis tíos, por la hermana de mi madre, que me hizo de la Borriquita. Del Valle me hice por mi grupo de amigos, con los que siempre he salido a ver cofradías: los Del Barco, los López Iñiguez, los Barrau... Aunque del Valle ha sido costalero mi hermano Javier antes de que yo fuera hermano. Mi relación con la Quinta Angustia no es que haya sido oficial, pero sí es verdad que la Macarena es la Virgen de mi casa, es la devoción más arraigada".

Dice que se inició por su cuenta y riesgo en el mundo de las hermandades: "Soy un autodidacta de las cofradías. Mis padres, con doce hijos, no estaban para meterse con los carritos en una bulla, pero al vivir en la calle Jesús del Gran Poder tuve muy cerca las cofradías. Eso me ayudó. Fue toda una ventaja. De los doce hermanos soy el más cofrade, aunque hay hermanos, como Javier, que es de Santa Cruz, del Valle... Mis amigos han sido un referente imprescindible para entender lo que soy hoy. Y la Quinta Angustia, con la que al principio tenía una relación oficial por así decirlo, acabó siendo mi madrina cofradiera, sobre todo por las personas que me encontré, como los priostes de entonces y con Luis Rodríguez-Caso".

Cómo surge la vocación de presbitero es la clave más importante en su vida: "Me llegó en verano de 1993 en Punta Umbría, una noche de mi santo. Al día siguiente me fui a hablar con el padre Prados, que estaba en el confesionario de la iglesia de la calle Jesús del Gran Poder, justo enfrente de la que fue mi casa. Yo ya no vivía allí, pero era curioso. Fui a verle después de releer los textos del Papa Juan Pablo II del Congreso Eucarístico Internacional, que marcaron mi vida. Y escribí mi carta para ingresar en el Seminario. Iba a cumplir 20 años y había terminado segundo curso de Derecho. Hubo una frase del Papa a los seminaristas en Madrid que me llegó al fondo. Les dijo: No miréis lo que dejáis, sino lo que recibís. Aquella frase fue la luz de todas las dudas que me estaba planteando. Aún conservo el libro con las palabras del Papa. En el interior guardo una estampa de la Virgen del Perpetuo Socorro, de la que mi familia es muy devota".

Su vida anterior al clerygman era la propia de la edad, pero especialmente intensa por su facilidad en convertirse de facto en un relaciones públicas: "Yo era de fiestas, de bochinches, de no parar de salir y entrar en casa, de conocer a mucha gente y de tener una vida agitadísima y estresadísima. Y me llegó la llamada de Dios. Recibí un gran espaldarazo de las amistades de las que, en principio, podía esperar una respuesta rara al enterarse de que me iba al Seminario. Pero todos me apoyaron".

La combinación de la vida cotidiana como cura y joven de su tiempo merece una reflexión: "Tal vez alguien piense que es heroico compaginar lo sobernatural con lo mundano, pero creo que lo he sabido hacer. Todo el mundo tiene en el noviazgo o en el matrimonio momentos de tirar la toalla. Yo también, pero a mí no me han vapuleado esos momentos como para tirarme a la cuneta. Mi vocación ha resurgido siempre y en todo momento como un ave fénix".

Está convencido de los frutos del pontificado del cardenal Amigo para con la Iglesia de Sevilla: "Es un gran obispo. Muchos de los que no lo comprenden, lo recordarán cuando venga otro obispo, lo echarán de menos. Ha llevado a una gran altura y a un grado de perfección la labor pastoral. Recuperó el Seminario, que era un auténtico desierto. Ha sido un gran promotor de las nuevas parroquias como no ha hecho ningún obispo antes en Sevilla. Ha actualizado el mundo de las hermandades y cofradías aun teniendo roces. ¡Qué duda cabe que la grandeza de la que disfrutamos en las hermandades no sólo es mérito de los cofrades, sino del obispo que ha apostado por ellas! Las parroquias están saneadas económicamente. Es mi obispo, mi padre en muchos sentidos. Nunca he tenido problemas en obedecerle. Aunque haya quienes discrepen de algunas de sus disposiciones, no tengo dudas de que en su momento será muy recordado".

El pregonero tiene sus referentes literarios, sus fuentes de inspiración: "Aquilino Duque, Antonio Burgos y Joaquín Caro Romero. Carlos Colón también..."

Es párroco de Alcalá del Río y sabe la fuerza que tienen las hermandades tanto en Sevilla como en su provincia: "Es evidente que las cofradías condicionan esta diócesis. Son un poder fáctico. A los sacerdotes, aun habiendo problemas, nos facilitan mucho la labor. Contar con las hermandades es una ventaja. Los grupos fuertes en Madrid son las comunidades neocatecumenales. Y en Huelva pueden ser las hermandades del Rocío. En Sevilla, además de haber seis mil catequistas, lo que destacan son las hermandades de penitencia y las de gloria. Y en ningún momento funcionan como una Iglesia paralela".

Este joven presbítero recela de quienes ven a las hermandades distanciadas de la jerarquía eclesiástica: "Siempre denunciaré el intento de separación de los curas de los cofrades. Reconozco que he defendido miles de veces a las cofradías de juicios de valor negativos que he oído de algunos de mis compañeros de sacerdocio. He tenido que hacerlo muchas veces, sobre todo cuando se quejan de que los cofrades van por su cuenta y son ingobernables".

Es crítico con ciertas reacciones habituales a la finalización de la lectura del Pregón: "No se puede ir a oír el Pregón como el que va a las toros y fijarse en si ha habido palmas, ovación o en el número de aplausos. Me niego a eso".

Suscribe al cien por cien el análisis de monseñor Amigo sobre uno de los excesos en el mundo de las hermandades de hoy: "Comparto la opinión del cardenal sobre la falta de imaginación como causa de tantas salidas extraordinarias. De lo cotidiano se puede hacer también algo extraordinario, como me enseñó Luis Rodríguez-Caso en el quinto centenario de la Quinta Angustia".

Se escapa de polémicas horarias sobre la Resurrección en Sevilla: "Cristo resucita en la vigilia pascual cuando se canta el Gloria. Y punto". Y admite en clave local una de las principales carencias del católico de hoy: "Los sevillanos vamos poco a misa. Quizás porque a lo largo del año van a tantos funerales y quinarios que acaban yendo a más misas que si fueran todos los domingos. También influye que el sevillano no tiene su misa, cambia de iglesia constantemente, busca la más corta, busca al cura que no canta. Hay muy poco sentido de la parroquia en esta ciudad". Y añade: "Para muchos cofrades el Espíritu Santo no es que sea desconocido, es que es desconocido hasta el mismo Jesucristo. Hay que volver a lo fundamental. Me preocupa cuando la gente mira los pasos hacia abajo, cuando se fija más en los costaleros que en las imágenes"

De su gusto cofradiero tiene claro un lugar muy concreto y una hermandad: "Lo que más me gusta de las cofradías es una casa de hermandad, el ambiente donde todos trabajan sin cobrar. Y no me gusta que quienes no entienden de esto reduzcan las imágenes a trozos de madera. Un pescaíto frito –añade– da muchos más frutos que lo que muchos creen. En muchas ocasiones sirve para arreglar un problema entre hermanos. Mi momento preferido como cofrade de a pie es la salida de Santa Marta. No soy hermano de esta hermandad, pero es una cofradía que me gusta una barbaridad. Lo tiene todo, lo mejor de la tradición y de la actualidad más pasmosa".

Es partidario de fomentar la creación de nuevas corporaciones en zonas alejadas del centro de la ciudad: "Si en las hermandades de vísperas hay gente con formación, preocupada por la catequesis y en unión con el párroco, no veo ningún problema para que la autoridad eclesiástica proceda a su aprobación".

www.diariodesevilla.com










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