Arte Sacro
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Que poquito queda. Primer Viernes de Marzo. Alberto De Faria Serrano


 La sombra alargada de una tradición llama a tu memoria. Se adentra como halo místico aprensible de devoción y de morada fe inconturbable. Carece de sentido avisar en casa porque nadie es ajeno a la efemérides y va cosido a la túnica morada del alma del cofrade. Es el día de las ancianas y de las  parejas que renuevan la promesa anual que solo el Cautivo de San Ildefonso conoce; y concita Boteros arriba en la sala de la espera de la unción hispalense más arraigada. Unos le llevan flores; otros su afecto mas demoledor, el beso aprensible que pregona por sí solo toda la Cuaresma: los más su oración callada y la lagrima furtiva que alivia el pesar de las ausencias. Más no van solas. Nunca van.  

En San Antonio Abad la escena no es muy distinta: el rito marca la medida exacta de lo que contrae la cuaresma; el atrio es el símbolo idóneo de la efemérides. La Calle de las Armas recobra fiel su estirpe de entrada fervora de la hispalis romántica. Las horas no pasan y el reloj se detiene delante del Nazareno. Comparece Jesús en toda su bondad endulzando su abrazo con la Cruz que todos llevamos a cuestas. Su venerable rostro sosegado examina nuestra verdadera condición humana. No hay camino más allanado y expédito de desventuras que la Cruz aceptada. Porque abrazada no te pesa. No quisiera tener que marcharme. Ideal de Primitivo y cinco estigmas en el pecho. Mas éste va tan grabado a fuego en el pecho propio como a la cosida al ruan de una Madrugá eterna palpitando el crepitar del pabilo sobre el suelo de Francos o meciendo la Cuna de la existencia con una saetilla divina.  

No queda ahí la cosa. Por media Sevilla se transfigura la canela y la vainilla. Las Puertas del Cielo se abren de par en par para definir el compromiso nazareno. Presa de tus trece lamentos la ciudad se rinde Cautiva por cada esquina. Comparecen como Soberano prendido de su estirpe aramea. Como henchido de Paz y gozo ante la nueva que le sigue cantando el gallo y negando la desidia. Como sereno guía de coral  de nuestro trinitario vía crucis con el futuro. Como humilde mercedario  liberador de las ataduras de la necesidad espiritual de todo un barrio  tiro de gracia a la indolencia y en línea primordial con la mansedumbre del parque. Como coronado con la clámide de la humildad y asiendo la caña que lustra nuestra Salud. Como hermano y maestro dignificado de la enseñanza moral ante el Oprobio en San Lorenzo.  

Pero hay que dosificarse para el final. No nos podemos ir a casa sin cruzar el Puente de la Vida. Seria flagrante delito de lesa sevillanía. Seria imperdonable pasar por alto el mástil de Carey y Plata que se otea desde la orilla. Pero no navega. Si no que surca hoy el corazón de La Cava ancestral de la Triana inaprensible: redime la confesión de un pueblo que se agolpa en sus calles en pos de su secular huella hasta expirar el patronazgo del confín terrenal. Levanta el polvo de una memoria perdida en la sombras de las fachadas de Alfarería: Y le toma el pulso nazareno a la angostura de Antillano Campos.

Cuando enfile el Callao de nuestro Puerto percibiremos el demoledor peso que tiene no en el Padre si no en el ancla que no quisiéramos echar nunca a la Cuaresma. Marzo se estrena de morado y tú vas en pos de Él. Que poquito va quedando.  

A mis hermanos primitivos y rabanitos.

Foto: J. A. de la Bandera.










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