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Carta Pastoral del Cardenal Amigo Vallejo, con motivo del Día de la Iglesia diocesana (13 de noviembre de 2005).


 Arte Sacro. A continuación les mostramos la Carta  Pastoral del Cardenal Amigo Vallejo, con motivo del Día de la Iglesia diocesana (13 de noviembre de 2005).

Con motivo del año Eucaristía, hemos insistido sobre la unidad de la Iglesia en torno a la mesa del Señor, sobre el sentido de la participación en los bienes que de Dios recibimos, sobre la vida de la Iglesia particular, esa familia diocesana que se alimenta y vive de la Eucaristía.

Todos los días del año vivimos nuestra fe, celebramos los sacramentos y practicamos la caridad. Pero en este domingo de noviembre, "Día de la Iglesia Diocesana", queremos significar, de una manera especial, la vinculación de cada uno de nuestros fieles con esta comunidad que es la diócesis.

La base fundamental de esta unión no puede ser otra que el mismo Jesucristo, que nos llamó, por el bautismo, a formar parte de esta porción del pueblo de Dios que vive, en este lugar concreto del mundo que es Sevilla.

La Iglesia hispalense

Una Iglesia, la hispalense, que remonta sus orígenes a los tiempos apostólicos. Que ha sido tierra fecunda de santos, y de tantos hombres y mujeres que dejaron la huella de su fe y de su eximia caridad. Una admirable historia de fidelidad ejemplar a la tradición cristiana recibida, y que ha sabido mantenerse a lo largo de los siglos. 

Dentro de esa incuestionable fidelidad, nuestra Iglesia es muy rica y variada en las expresiones religiosas, tanto en las obras de arte, como las costumbres y tradiciones. La pasión, muerte y resurrección de Cristo, el Santísimo Sacramento y la veneración de la Santísima Virgen María son las devociones más auténticas y sentidas.

Muchas han sido las vicisitudes y dificultades por las que ha tenido que pasar nuestra diócesis, pero siempre ha tenido y conservado, como valor profundo de la fe, una gran esperanza.

En el momento actual, no son pocos los motivos de preocupación sobre la vida cristiana en nuestra diócesis. Esas dificultades, muy lejos de ser motivo de desilusión y agobio, deben ser acicate para un mayor empeño evangelizador, para la confianza en el Señor, para sentirnos más unidos y para una constante labor pastoral. Entre otras cuestiones, señalamos las siguientes:

Cuestiones importantes

El mantenimiento de la fe. Muchas personas pretenden vivir como si Dios no existiera. Organizan su vida al margen de la ley de Dios. El resultado es la desorientación, la indiferencia, el no encontrar sentido a una existencia de la que hay que disfrutar sin pensar en más. Solamente la fe en Dios puede hacernos llenar el vacío que deja el pecado en el corazón del hombre.

La transmisión de la fe. Es uno de los temas más importantes y urgentes. En la familia es donde tradicionalmente se ha recibido la primera y más inolvidable catequesis, donde se ha aprendido a rezar, donde se ha ido formando la conciencia cristiana. Hoy, parece que esa cadena de transmisión se ha roto. Muchos padres ya no comunican la fe a sus hijos. Simplemente por que no la tienen o porque, en el mejor de los casos, delegan este cometido al colegio o a la parroquia. En la transmisión de la fe, los padres, la familia, son siempre insustituibles.

Una catequesis para todos. Se necesita oír hablar de Dios, de Cristo, del evangelio, de los deberes y de las esperanzas del cristiano. En esto consiste la catequesis: en dejar caer la palabra de Dios sobre la propia vida. Esta pastoral no puede limitarse a una etapa de la existencia, como puede ser la infancia y la juventud, sino que tiene que extenderse a lo largo de la vida, aunque los métodos y las formas sean distintos y adecuados según la situación de cada uno.

Acción caritativa y social. La caridad siempre ha de figurar en la primera línea de nuestros convencimientos cristianos. Si no tenemos caridad, sino vivimos el amor fraterno, muy poco somos y de nada servimos. Gracias a Dios, se puede decir que nuestra diócesis tiene una gran sensibilidad en este tema de la caridad, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer.

Las vocaciones sacerdotales y religiosas. Uno de los temas de mayor preocupación. Aunque, por gracia del Señor, tenemos en nuestro Seminario un numeroso grupo de jóvenes que se preparan para recibir el sacerdocio, todavía es insuficiente para las necesidades ministeriales de la diócesis. Por otra parte, las vocaciones, tanto sacerdotales como para la vida religiosa, son una señal, un síntoma de la vitalidad cristiana de las parroquias, de las comunidades cristianas, que deben pedir insistentemente a Dios esta gracia de las vocaciones, pero también comprometerse en una adecuada y constante pastoral vocacional.

El diálogo con el mundo. Si vivimos en medio de la realidad de este mundo, allí donde nos encontremos hemos de llevar y ofrecer lo que se nos ha dado como gracia de Dios: nuestra fe cristiana. No se trata de echar discursos a nadie, sino de vivir en coherencia con nuestro convencimientos , y así ofrecérselo, a quien nos lo pida las razones de nuestra esperanza.

Necesitamos ayuda

Que para realizar todos estos programas, para la atención de las obras caritativas y sociales, para la construcción de templos y mantenimiento de las parroquias, para sostenimiento de las personas, etc, se necesitan recursos económicos, es evidente.

No es mucho lo que necesitamos, en relación con la labor que se realiza, pero sí tenemos que organizarnos mejor. Aunque sea la de una cantidad pequeña, es necesaria la cuota parroquial, y la contribución periódica a las necesidades de la Iglesia: "si eres parte, pon tu parte".

Además de la ayuda que se puede prestar, esta contribución económica es una señal de pertenencia e interés por la comunidad cristiana, de sentirse miembro activo de la Iglesia.

También ha de considerarse esta ayuda a la Iglesia como expresión de gratitud a Dios por los bienes que nos da y que queremos compartir con los demás, en señal de reconocimiento al Señor y de caridad fraterna con otros más necesitados.

El día de la Iglesia diocesana nos hace recordar las obligaciones de la vida cristiana y el deber de apoyar, con nuestra ayuda económica, las acciones pastorales que se realizan.

Que el Señor que nos ha llamado a formar parte de este Iglesia de Sevilla, nos ayude siempre a vivir con fidelidad y en caridad fraterna.

Carlos, Cardenal arzobispo de Sevilla










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