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Más sobre las Vísperas (II). Diputado de Cruces


Decíamos ayer que de las rondas que está manteniendo el Presidente Román con los hermanos mayores de los diferentes días para tratar de la posible incorporación de nuevas hermandades a la Semana Santa, sólo tenemos información a través de la prensa especializada. De estas informaciones, se deduce que las negativas que está recibiendo el Presidente Román de los hermanos mayores están basadas en tres conceptos: dificultad en la organización, estética y reparto de dineros. Lo de la estética, no lo entiendo muy bien, porque seguro que los hermanos mayores no se refieren a los enseres y pasos con que las nuevas hermandades puedan presentarse en la Catedral, ya que, si es así, en fin, ahí está la historia y sólo hay que dar tiempo al tiempo y ayudar al recién llegado. Respecto a lo de la organización, parece relativamente fácil, con un poco de “vista”, adaptar los itinerarios y si una hermandad nueva entra la primera en un día, como siempre se ha hecho en Sevilla, la hora de salida, la gente que pueda verles y demás, son cosas que sólo debiera preocuparle a ellos. Y parece también que el Ayuntamiento no va a poner muchas pegas para tratar la cuestión civil, por lo que sería factible la coordinación a través del CECOP. Al fin y al cabo, nadie puede olvidar los múltiples beneficios que nuestra Semana Santa deja en la ciudad.

Ahora bien, si hay que partir de la premisa de que los días no pueden alargarse más en horario, algo que, por cierto, nadie tampoco explica por qué sería necesaria, aquí  surge una pregunta: ¿de verdad que es imposible apretarse un poco? No, no lo es y no hay nada más que ver los vídeos de años anteriores. Si cada paso ahorrara dos minutos y medio en la “santa” Campana, ya saben, una marchita menos, unas “revirás” un poco menos lentas, un caminar más fluido por la calle central, con algo menos de “coreografía” para el aplauso fácil, en un día con dieciséis pasos se conseguirían cuarenta minutos, de sobra para una nueva hermandad. Y todo ello sin llegar a pasar como si fuera un Santo Entierro Grande, en tres minutos, que tampoco hay que exagerar. Y no me digan que no es sólo problema de la Campana, porque en la Plaza de San Francisco puede verse cada año a varias cofradías con sus cuerpos de nazarenos parados y separados “esperando” a los pasos.

En este apartado hay algo que también sorprende. Se ha podido leer alguna manifestación de altos cargos de hermandades que ya van a la Catedral en el sentido de que no se les reconoce “el enorme esfuerzo y los grandes sacrificios” que ello conlleva. Ante estas quejas y ante las “recomendaciones” que se escuchan sobre la conveniencia de que las nuevas hermandades salgan en Semana Santa por sus barrios donde pueden realizar una gran labor, otra pregunta aparece de forma natural: si es tan grande el sacrificio y si es tan bueno quedarse por el barrio, ¿por qué todas las cofradías se empeñan en ir cada año a la Catedral, en vez de salir por sus barrios y así dejar el sitio a otras que no tendrían tantos problemas? ¿O es que no es eso?

Al final, llegamos a la piedra angular del asunto: los dineros. Cuatro hermandades de dos pasos son, ¿cuánto?, ¿quince o dieciséis millones de las antiguas pesetas? Y habría que repartir la misma cantidad entre más, ¿no?, porque no se van a subir las sillas, ¿verdad? Que yo sepa y corríjanme si me equivoco, lo de las subvenciones es algo bastante reciente. La tradición (y qué nos gusta esta palabra) era que las hermandades se autofinanciaban y sólo salían los años que sus hermanos podían acumular lo suficiente para hacerlo con dignidad, todo ello sin olvidar los gastos sociales, pues se seguían manteniendo los cultos y las atenciones a los hospitales, asilos, comedores, necesidades de los gremios, si era el caso y demás. Parece que ahora las cosas han cambiado y es una pena que asuntos monetarios nos hagan poner trabas al justo deseo de algunos de nuestros hermanos para hacer estación de penitencia en la forma tradicional.

En resumidas cuentas, una vez que Palacio decide (y, a pesar de todo, debemos suponer que con total independencia y razón) crear una nueva hermandad, entre todos deberíamos trabajar para que estos hermanos obtengan de su estación de penitencia los mismos beneficios espirituales y de otro tipo que disfrutamos los que ya vamos a la Catedral y, así, que la Semana Santa siga siendo, además de una impresionante celebración muestra de la religiosidad de nuestro pueblo, un camino de unión, igualdad e integración para la ciudad de Sevilla. Aunque para ello tengamos que sacrificarnos un poco más todavía, ¿no? 

 

diputadocruces@yahoo.es

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