Un Cofrade en San Lorenzo
Moises Viretti. Llegado a San Lorenzo, la Madre de Dios rompe ese Silencio de Basilica por el sufrimiento de su hijo, hermano y padre celestial nuestro; Dolor y Traspaso de puñal anunciado por Simeon en tiempos candelarios, manto de negro funeral y túnica morada de penitencia celestial. Bofetada de ironía, en el que el propio Dios hecho carne puso la otra mejilla y sus lágrimas saltadas esperan una respuesta de aquel incrédulo judío, que en su día quiso hacer justicia ante Anás.
Tras mirar a Juan de Mesa en la plaza, me hizo volver a entrar en la Iglesia para consolar a la Madre Virginal que pocas lágrimas le quedaban en la cara; solo un pañuelo cargado de llanto, pena y Soledad, Soledad de un Sábado Santo que se verá refugiada por el paso de los siglos por toda la humanidad...
"A Juan Ojeda, esposa e hijo"
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Foto: Israel Viretti